OPINIÓN: Trump, la DACA no es su programa de telerrealidad
Nota del editor: Dean Obeidallah fue abogado; conduce el programa The Dean Obeidallah Show, que se transmite diariamente por la estación estadounidense SiriusXM, además de que es columnista del sitio The Daily Beast. Síguelo en Twitter como @deanofcomedy . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Aunque saques a Donald Trump del programa de telerrealidad, parece que no se puede evitar que piense que está en uno.
Una vez más vimos que el presidente de Estados Unidos aumentó despreciablemente el dramatismo que rodea a su decisión de poner fin o interrumpir paulatinamente el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, mejor conocido como DACA, por sus siglas en inglés.
Tras haber indicado que actuaría al respecto la semana pasada y de cambiar su versión más de una vez, Trump esencialmente transformó a casi 800,000 jóvenes que esperan ansiosos una decisión sobre su destino en participantes de su reality show disfuncional.
El DACA entró en vigor por decreto en 2012 y era una vía para que los niños que habían llegado a Estados Unidos acompañando a sus padres, en contravención a las leyes de inmigración, se quedaran en el país sin temor a que los deporten, siempre y cuando cumplan una larga lista de requisitos. El DACA verdaderamente ha cambiado la vida de muchos de estos jóvenes, ya que les permite tener anhelos y sueños sin temor a que los deporten repentinamente a un país del que no tienen recuerdos ni contactos.
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Como explicó Andrea Fernandez , una beneficiaria del programa, en mi emisión de radio de la semana pasada, aunque se graduó de la preparatoria con un promedio excelente, no habría podido asistir legalmente a una universidad estadounidense sin el DACA. Pero gracias a este programa, Fernández, de 21 años, pudo inscribirse en una universidad de Texas; es estudiante ejemplar, dirige organizaciones estudiantiles y sueña con postularse al Congreso estadounidense algún día.
nullPero Andrea dice que como Trump todavía no toma una decisión, tiene miedo. ¿Quién no lo tendría si estuviera en sus zapatos, como miles de jóvenes que esperan la decisión de Trump? Lo que empeora la situación de estos muchachos es que parece que Donald Trump (como el gran hombre espectáculo que es) pretende acicatear intencionalmente la anticipación que rodea a su decisión.
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El viernes 1º de septiembre, Trump les dijo a los reporteros que anunciaría su decisión sobre el DACA más tarde o durante el fin de semana. Sin embargo, una hora más tarde, Trump aumentó la tensión al decir que anunciaría su decisión el lunes a más tardar. Pero dos horas después, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, inyectó niveles hollywoodenses de dramatismo al declarar que el anuncio se haría el martes.
Incluso las declaraciones que Trump ha hecho en días pasados parecen más adecuadas para generar tensión por el final de temporada de un reality show que para la toma de una decisión política. El viernes, declaró: "Amamos a los Dreamers". Esa declaración habría sido, para los beneficiarios, un gran indicio de que el programa estaba a salvo, pero fiel a su estilo, el presidente de Estados Unidos se negó a revelarse y agregó: "amamos a todos".
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Algunas personas pensarían que a Trump simplemente le está costando tomar una decisión. Pero por sus antecedentes, es más probable que esté gobernando como si fuera conductor de un programa de televisión.
Trump montó un espectáculo digno de un programa de telerrealidad en febrero, cuando aprovechó el horario estelar para anunciar que Neil Gorsuch era su candidato para la Suprema Corte de Justicia en un estilo que rivalizaba con cualquier final de temporada de The Apprentice. Jugó el mismo juego cuando se negó durante semanas a decirle a la prensa si había grabado o no las conversaciones que habían tenido lugar en el despacho oval, hasta que finalmente dio una respuesta . En julio, la Casa Blanca funcionaba con un estilo de reality show que rayaba en telenovela, con todo y personajes apasionados que hablan pestes unos de otros, supuestamente con la venia del presidente Trump.
Pero como la vida de casi 800,000 jóvenes está en juego, no hay cabida para esta clase de espectáculo. Personas como Andrea Fernández se preguntan qué les pasará si Trump rescinde el DACA. Como me dijo : "¿Los agentes de inmigración irán tras mis padres? ¿Vendrán a tocar a la puerta, tratando de encontrarnos?" Tiene miedo de que la deporten a México, país del que salió a los ocho años, cuando su madre la llevó a Estados Unidos, y al que nunca ha regresado.
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Estos jóvenes dependen, desafortunadamente, de la compasión y la empatía de Donald Trump. Como señaló Fernández: "parece tan irreal que haya gente dispuesta a afectar a casi un millón de personas por algo que no pueden controlar… es injusto y cruel". Tiene razón.
Esperemos que al menos esta vez, Donald Trump pueda concentrarse más en la realidad de su decisión… y no en los aspectos de tomarla y anunciarla al estilo reality show. Esperemos que dé continuidad al DACA para que estos jóvenes puedan seguir viviendo, prosperando y soñando en el país al que consideran su hogar: Estados Unidos de América.
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