OPINIÓN: ¿El TLC ha mejorado las condiciones de desarrollo para los mexicanos?
Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es académico de la escuela de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Panamericana y director de Vinculación de la escuela de CEE de la UP y director del programa Spark UP. Las opiniones expresadas en el texto son responsabilidad del autor.
(Expansión) — Cuando un país se precipita en la toma de decisiones de carácter económico, anteponiendo los intereses políticos, sobre las necesidades de bienestar que requiere la sociedad, el mensaje es claro: esa nación responde a los intereses de un pequeño sector de la población, lo que evidencia una debilidad en su modelo democrático. Ya lo señaló Aristóteles, “una democracia debería ser plenamente participativa y su meta debería ser buscar el bien común, a través de asegurar una relativa igualdad”.
Ante la marcha que llevan los trabajos de modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, surge constantemente la pregunta: ¿La participación de México en el TLC ha significado mejores condiciones de desarrollo para el colectivo social? Este cuestionamiento permite establecer lo siguiente:
A medida que aumenta el debilitamiento del capital político del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, se acrecienta su necesidad por afianzar su legitimidad ante sus electores con la implementación de acciones de carácter económico comprometidas en su campaña.
Conforme se avanza la negociación, se comienzan a tratar temas medulares en donde los países encuentran dificultades para tener consensos, lo cual hace que se endurezca de manera natural la búsqueda por imponer los intereses que cada grupo negociador asume como los adecuados para cada nación.
Por ello no es de extrañarse la falta de acuerdos entre México, EUA y Canadá para avanzar en la negociación del TLC.
Ante esta incertidumbre, México debe de comenzar a analizar alternativas que le permitan actuar en términos de una política de Estado que fomente el crecimiento económico aún en este escenario, un ejemplo de ello podría ser el reducir el sesgo exportador hacia EUA, en el cual se ha sustentado el funcionamiento de la economía. Con datos de ProMéxico, en el 2016 el país exporto exportó 373,000 millones de dólares e importó 380,000 millones de dólares, dando como resultado un saldo comercial negativo de 6.62 mil millones de dólares, siendo EUA el mayor receptor de esta oferta exportadora con el 81% del total de lo transaccionado, de ahí, Canadá con un 2.9%; España con 1.9%; China, 1.4%, Japón; 1.0%, Alemania 1.1%; Brasil, 0.82%; y con resto del mundo, solo el 9.88%.
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Con este contexto, si México buscara crecer en un 1% adicional en el PIB, se tendría que incrementar en un 5% el monto de las exportaciones; esto implica ampliar y diversificar la oferta exportable en donde se incluyan sectores y zonas económicas de México, que la actual dinámica ha excluido de este proceso exportador, así también se requiere fortalecer la agregación de valor en las cadenas productivas a través de la innovación.
Las desigualdades en el valor agregado del sector manufacturero señalan importantes desafíos que enfrenta el país. Por ejemplo, la ONU, en su informe del 2016 señaló que al cierre del 2015 el valor agregado por manufactura (VAM) per cápita fue inferior a 100 dólares por año en los países menos adelantados (PMA), en comparación con 4.926 dólares en las regiones desarrolladas. Los PMA necesitan importantes inversiones para impulsar el progreso tecnológico y el crecimiento económico, y para alcanzar la meta de duplicar la contribución de la industria en el producto interno bruto de estos países.
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Robert Merton demostró que el factor clave para lograr el crecimiento económico es el progreso técnico, que determina los salarios reales. Su modelo de crecimiento neoclásico mostró que cuatro quintas partes del crecimiento estadounidense eran atribuibles al progreso técnico.
El análisis de Solow muestra que en los países avanzados la innovación tecnológica contrarresta los rendimientos decrecientes, obteniendo más producción, aún con la misma cantidad de capital y trabajo. Esta aportación dio paso a una nueva corriente de investigación enfocada al estudio del cambio técnico producido por la acumulación del conocimiento y la incorporación de tecnología.
El estímulo fundamental para que la invención se produzca, presenta un marcado carácter económico (función de la demanda). Si no se introducen nuevas invenciones, en la función de producción, el ritmo de acumulación de capital de la economía es débil (factor endógeno)
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El Tratado de Libre Comercio de América del Norte se promovió para generar crecimiento, distribución del ingreso y recuperar el poder adquisitivo que la sociedad mexicana; sin embargo, las estrategias utilizadas no dieron dichos frutos; los mecanismos hasta hoy utilizados por México contrajeron la economía, el poder adquisitivo y concentraron más el ingreso y la riqueza.
La consideración de la interrelación entre el comercio y la democracia debe superar el ámbito por naturaleza restringido de la política comercial. La que se debe al hecho de que, tal y como ya se señaló, el juego normal de las fuerzas del mercado no conducen necesariamente a un ideal social en materia de buscar y alcanzar el bien común. En efecto, las deficiencias del mercado que ocasiona la combinación de economías a escala, no conducen forzosamente a garantizar condiciones de igualdad entre la sociedad.
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