OPINIÓN: Los comentarios de Trump son afines a lo peor del pasado de EU
Nota del editor: Frida Ghitis fue productora y corresponsal de CNN y escribe sobre asuntos internacionales. Es colaboradora frecuente de CNN y del Washington Post, además de columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
(CNN) — El comentario escandaloso de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, en relación con la inmigración, nos dejó atónitos, avergonzados de él y del país.
Durante una reunión que se llevó a cabo en el Despacho Oval el jueves, Trump se quejó: "¿Por qué viene toda esta gente de países de mierda?". El Washington Post tuvo la primicia del comentario de Trump, que CNN confirmó .
Trump se estaba quejando con los miembros del Congreso que estuvieron en su despacho el jueves 11 de enero para hablar de un posible acuerdo bipartidista en el tema de la inmigración. Según algunas fuentes, se refería a inmigrantes de Haití y África. En caso de que alguien no entienda qué tienen en común Haití y África, se dice que Trump insinuó que Estados Unidos debería atraer a más inmigrantes de países como Noruega, uno de los países más blancos, rubios y ricos del mundo.
nullApenas 24 horas antes, Trump se jactaba del trabajo " fenomenal " que había hecho al permitir que las cámaras de televisión entraran a una negociación en la Casa Blanca, actuación por la que recibió buenas críticas, aunque no de todos los frentes. Sin embargo, como era de esperarse, estamos una vez más con el Trump al que hemos llegado a conocer, un hombre que simplemente no puede ocultar sus instintos más básicos.
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Tras su comentario del jueves, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que señaló: "Ciertos políticos de Washington optan por defender a países extranjeros, pero el presidente Trump siempre defenderá al pueblo estadounidense". Como si dejar que la gente vaya a un país construido por los inmigrantes se equiparara con la deslealtad. Además, afirmaron que los programas actuales "dejan que los terroristas entren a nuestro país".
Trump no quiere que los inmigrantes de "países de mierda" vayan a Estados Unidos. Quiere que Estados Unidos sea grande a su estilo, regresando a un tiempo en el que la mayoría de los inmigrantes eran blancos, cuando todas las decisiones se tomaban en círculos de hombres blancos acomodados, hombres que no tenían que preocuparse de las mujeres latosas que exigían un trato igual ni de las otras minorías que exigían que les hicieran caso; una época en la que la gente de países pobres no podía más que soñar con ir a Estados Unidos. No obstante, el presidente de Estados Unidos sabe que no debe llamar países de mierda a otros países, incluidos los aliados de Estados Unidos.
Este acontecimiento lamentable concuerda con uno de los aspectos más constantes del lema de campaña de Trump: "Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande", un llamado a llevar al país de vuelta a su pasado. A juzgar por la insinuación de que un inmigrante escandinavo es más deseable que uno de latitudes más meridionales, parece que la visión de Trump, más allá de su muro fronterizo (o lo que queda de ese plan), se parece al viejo sistema de inmigración de la década de 1950 o antes.
Antes de 1965, cuando los estadounidenses se dieron cuenta de lo evidentemente racista que era la ley, la inmigración se regía por la Ley de inmigración de 1924 , que tácitamente clasificaba a los inmigrantes potenciales por el color de su piel y daba preferencia a los europeos del norte sobre los europeos mediterráneos, a los europeos mediterráneos y alpinos sobre los judíos y los asiáticos, y así sucesivamente. John F. Kennedy dijo que ese sistema era " casi intolerable " y luego de que lo asesinaran, Lyndon Johnson encabezó una reforma para dar igualdad de oportunidades a la gente de todos los rincones del mundo.
El derecho inmigratorio es extraordinariamente complicado. Hay convenciones sobre refugiados, procedimientos de asilo y miles de páginas de reglamentos y leyes. Estados Unidos ha creado categorías especiales, entre ellas el estatus de protección temporal para personas de países azotados por desastres naturales o inestabilidad grave.
Hace unos días, la presidencia de Trump anunció que había decidido poner fin al estatus de protección temporal para los ciudadanos de El Salvador, aparentemente otro de los países que entran en la categoría de "país de mierda". La decisión terminará siendo calamitosa, no solo para las más de 200,000 personas que han vivido ilegalmente en Estados Unidos durante gran parte de su vida, sino que también tendrá consecuencias catastróficas para El Salvador y, por ende, será perjudicial para Estados Unidos al empeorar las condiciones en un país tan frágil, al grado de desencadenar una oleada de inmigración ilegal y la intensificación de la actividad delictiva.
Los legisladores propusieron una solución para esa idea errónea , con la que se restauran las protecciones para las personas de El Salvador, Haití y los países africanos. Al parecer, eso fue lo que provocó la perorata hedionda de Trump.
La inmigración es un tema que pone de cabeza las emociones y los instintos políticos de Trump. A veces parece que tiene cierta empatía por los llamados dreamers, inmigrantes que llegaron de niños a Estados Unidos. Pero la inmigración también exalta su lado nacionalista y su astucia política. Nada emociona más a sus seguidores que dar un discurso en el que ataca a los inmigrantes ilegales que cometen delitos o, mejor aún, que tienen lazos con el terrorismo. Es una de sus cantaletas favoritas. Sin embargo, de vez en cuando los inmigrantes llegan a conmoverlo. Por eso cambia de opinión una y otra vez.
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Parece que Trump estaba dispuesto a llegar a un acuerdo por la mañana, pero cuando los legisladores se reunieron con él en el Despacho Oval, por la tarde, había cambiado de opinión.
La Casa Blanca reaccionó al escándalo tras la revelación de la vulgaridad ofensiva de Trump (de esa que fortalece a los políticos antiestadounidenses de todo el mundo) y no negó las declaraciones del presidente . Eso tal vez pase después. Por ahora, la oficina de prensa optó por sacar provecho de las palabras amargas y usarlas para consolidar el apoyo de los partidarios de Trump que se sentían inquietos luego de que echaran a Steve Bannon.
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