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OPINIÓN: Las Coreas no deben olvidar que Trump las está observando

Tal vez haya un momento en el que el gobierno de Trump deje de insistir en la desnuclearización y se pueda llegar a un acuerdo legítimo de control y limitación de armas, opina Jonathan Cristol.
jue 15 febrero 2018 01:00 PM

Nota del editor: Jonathan Cristol es investigador del World Policy Institute y del programa Levermore de la Universidad Adelphi, en Estados Unidos. Puedes seguirlo como @jonathancristol . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — Tras solo cinco días, las Olimpiadas de Pyeongchang ya han sido escenario de hazañas deportivas asombrosas, tales como la medalla de oro de Red Gerard en slopestyle y la rutina rompe-récords de Evgenia Medvedeva en patinaje artístico.

Sin embargo, estas hazañas quedaron eclipsadas por la presencia de Kim Yo Jong, la hermana de Kim Jong Un, quien entregó una carta de su hermano al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, en la que lo invita a Pyongyang para entablar pláticas.

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Aunque esta invitación no pudo haber sido inesperada, Corea del Sur está en una posición complicada. Probablemente es imposible que el presidente Moon la decline, pero cualquier negociación con Corea del Norte conlleva grandes riesgos. Irónicamente, nunca había habido un momento más propicio para las pláticas entre ambas Coreas.

Ambas tienen un interés primario en común: evitar que Estados Unidos emprenda un ataque preventivo contra Corea del Norte. Sin embargo, sus intereses secundarios son diametralmente opuestos: Corea del Norte espera romper la alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos, pero Corea del Sur quiere fortalecerla.

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El Washington Post informó que Estados Unidos apoyaría las pláticas entre ambas Coreas, sin condiciones previas, siempre y cuando se mantenga la campaña de presión máxima. El apoyo de Estados Unidos podría disminuir las inquietudes respecto al "desacoplamiento" —la estrategia norcoreana para separar a Corea del Sur de su aliado estadounidense—, pero sigue habiendo riesgos importantes que podrían tensar aún más la situación en la península de Corea.

nullEl riesgo principal es que se lleven a cabo las pláticas pero que no lleguen a una conclusión aceptable para Estados Unidos. Si Estados Unidos sigue insistiendo en la desnuclearización, las pláticas fracasarán inevitablemente. Para los elementos extremos del gobierno estadounidense —entre ellos Trump—, el fracaso de las pláticas servirá para argumentar a favor de un supuesto "ataque limitado" contra Corea del Norte. El fracaso de las pláticas podría dar la impresión de que se agotaron todas las opciones, por lo que las condiciones para una guerra preventiva serían más favorables.

El otro riesgo es que las pláticas tengan éxito y se acuerde un "congelamiento mutuo": Pyongyang accede a no hacer más pruebas de misiles y dispositivos nucleares y Seúl accede a cesar las maniobras militares con Estados Unidos. Este desenlace confirmaría los peores temores que reinan en Estados Unidos sobre Moon: su ingenuidad respecto a la amenaza que representa Kim Jong Un.

Históricamente, sería difícil imaginar que Washington permitiría que esto pase, pero además de que Trump es radical, también duda de las alianzas estadounidenses y ha cuestionado una y otra vez la alianza con Corea del Sur. El "congelamiento mutuo" también le costaría a Seúl el apoyo del Pentágono y, en este momento, el Pentágono es crucial tanto para la preservación de la alianza como para la prevención del conflicto.

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El presidente Moon debe acceder a las negociaciones de forma que le demuestre al mundo que está a favor de la paz y que está dispuesto a hablar sin precondiciones, al tiempo que muestre que está bien consciente de la amenaza norcoreana. Su gobierno debería coordinarse cuidadosamente con el Pentágono conforme avancen las negociaciones para asegurarse de que cuenta con el respaldo del secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis. Mientras Mattis le asegure a Trump —y a la opinión pública— que la guerra es innecesaria, es poco probable que Trump tenga el capital político para buscarla.

Como es probable que Estados Unidos siga insistiendo en la desnuclearización, el mejor desenlace sería que no haya éxito ni fracaso. El mejor desenlace sería que no haya desenlace.

El presidente Moon debería retrasar su aceptación lo más que pueda; luego, las negociaciones protocolarias inevitables deberían prolongarse durante meses, y finalmente, las negociaciones deberían ser continuas y no tomar recesos sin haber establecido una fecha de reanudación.

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Tal vez haya un momento en el que el gobierno de Trump deje de insistir en la desnuclearización y se pueda llegar a un acuerdo legítimo de control y limitación de armas. Pero hasta entonces, como a ambas partes les interesa evitar que Estados Unidos emprenda una guerra innecesaria, el objetivo tácito común debería ser salir indemnes de la presidencia de Trump y volver a evaluar la situación con el siguiente presidente de Estados Unidos.

Es probable que las negociaciones entre ambas Coreas sean perjudiciales, pero Moon debe participar. Si no lo hace, Trump podría aprender la lección equivocada: que incluso Seúl cree que hablar con Corea del Norte es inútil. Eso no debería servir para que la guerra sea inevitable, pero como el presidente de Estados Unidos no distingue los tonos de gris, entablar pláticas podría ser la menos mala de las malas opciones.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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