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OPINIÓN: ¿Trump arriesgaría su vida para salvar a los alumnos?

El presidente estadounidense insultó a quienes entrenan para reaccionar a crisis como el tiroteo en Florida y una vez más degradó el discurso público con un parloteo digno de una taberna.
mar 27 febrero 2018 12:30 PM

Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success (editorial St. Martin's Press). Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

(CNN) — Donald Trump quiere que sepamos que él "habría entrado corriendo" para detener al perpetrador del tiroteo en la preparatoria en Parkland, Florida, "aunque no hubiera tenido un arma". Lo dice un hombre que pidió un carrito de golf cuando los demás líderes mundiales caminaron una distancia corta en la cumbre del año pasado en Sicilia; quien recurrió a múltiples aplazamientos para evitar portar un arma en Vietnam y servir a su país, y luego se burló de un héroe de guerra, el senador John McCain, por hacer justamente eso y porque lo capturaron y lo torturaron.

Donald Trump se dio de golpes de pecho en la misma reunión del lunes 26 de febrero con los gobernadores estadounidenses en la Casa Blanca. Dijo que el caso de un agente de las corporaciones policiacas que no entró en la escuela de Florida era "francamente desagradable". La masacre de 17 alumnos y maestros de la preparatoria Marjory Stoneman Douglas, ocurrida hace unas semanas, ha suscitado llamados en todo el país a tomar medidas serias respecto al problema de los tiroteos en masa.

Si pensamos en cómo es el hombre que ostenta la presidencia —y en sus antecedentes—, no nos sorprende esta nueva bravata. Pese a ello, los pronunciamientos de un presidente respecto a tragedias nacionales son noticia por definición. En este caso, una vez más tenemos que tomar en cuenta el contexto, que incluye los eventos devastadores en Parkland, y el significado de lo que Trump dice.

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Tanto Estados Unidos como el mundo saben que Trump no tiene reparos en distorsionar la realidad (en su primer año en la presidencia mintió o falseó la verdad más de dos mil veces) y exalta generosamente su imagen de formas que podrían avergonzar a otros hombres, incluso en circunstancias sumamente delicadas. Parece que es incapaz de pensar en el efecto de lo que dice.

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En los más de tres años que dediqué a estudiar su vida para escribir su biografía, no encontré pruebas de su valor físico y encontré pocos indicios de que hubiera hecho alguna vez algún esfuerzo considerable en beneficio de alguien que no pudiera hacer algo por él (me presumió que le dio un cheque cuantioso a un niño enfermo pero, fuera de eso, sus aportaciones a la beneficencia son escasas). No encontrarás, por ejemplo, fotos de Donald Trump clavando clavos para Hábitat para la Humanidad.

Les lanzó rollos de papel de baño y toallas de papel a los sobrevivientes del huracán en Puerto Rico, pero en realidad no los usó para limpiar nada. El único video que hay en internet, en el que se ve a Trump participando en alguna clase de altercado, fue el de la vez que peleó con el empresario de la lucha libre, Vince McMahon, disputa exagerada y armada para la televisión.

De hecho, en la década de 1970, cuando Trump era joven y todavía desconocido, tenía tanto miedo que, como señaló el New York Times, contrató a un guardia armado para que lo acompañara por los barrios elegantes de Manhattan. Más adelante, tuvo a su servicio a un equipo de guardias de tiempo completo que lo protegían en su oficina, a la que no podías llegar sin haber pasado la revisión de seguridad en el vestíbulo del edificio.

En vez de respaldar sus bravatas, los hechos de la vida de Trump nos indican que su autoensalzamiento fue pura palabrería. No sabe qué haría si de repente alguien comenzara a disparar un arma automática y la gente corriera asustada . Tiene 71 años y está fuera de forma. Sin importar cuáles hubieran sido sus intenciones, no sabe si puede correr más de unos metros sin derrumbarse.

Hay que ser justos: nadie, ni siquiera quienes tenemos entrenamiento y un deber al que responder, puede estar seguro de cómo reaccionará en un tiroteo masivo. Nadie que no esté seguro de tener buena condición física puede presumir de tomar medidas vigorosas cuando es igual de probable que cause más problemas para los servicios de emergencia. Donald Trump bien podría terminar siendo una persona más que necesite una ambulancia si se lanzara a una situación como la de Parkland.

OPINIÓN: Donald Trump no va a ser el salvador en la reforma sobre las armas

Parece que él o sus asesores lo entendieron luego de que lo ocurrido en la asamblea de gobernadores. La Casa Blanca aclaró que Trump "simplemente declaraba que como líder, habría intervenido y con suerte, habría podido ayudar". Si tan solo su pasado nos diera pruebas —cualquier prueba— para confirmar que esto sería siquiera una posibilidad.

A Trump se le puede perdonar su edad, su condición física y, dada la psicología de los hombres mayores, incluso podría perdonársele que reflexionara en privado sobre lo que habría hecho en Parkland. Pero sus bravatas públicas de cara a la tragedia equivalen a un despliegue imperdonable de imprudencia. Insultó a quienes entrenan y se mantienen en forma para reaccionar a estas crisis y una vez más degradó el discurso público con un parloteo digno de una taberna.

Los presidentes anteriores, incluso aquellos que habrían tenido razones para declararse listos para una tarea peligrosa, nunca lo habrían hecho. Que Trump presuma de esta forma solo reafirma que no es apto, en ningún sentido.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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