OPINIÓN: Con Trump no hay que confundir lo impensable con lo imposible
Nota del editor: Frida Ghitis, columnista de asuntos mundiales, fue corresponsal y productora de CNN. Colabora frecuentemente con CNN, el Washington Post y World Politics Review. Síguela en Twitter en @FridaGhitis . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
(CNN) — Si hemos aprendido algo desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos es que no hay que confundir lo impensable con lo imposible. Por eso deberíamos poner atención a lo que dijo Trump en una reunión privada con donadores republicanos: que tal vez intentaría ser presidente vitalicio .
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¿Fue una broma? ¿Una promesa? ¿Fue una reflexión inocente e insignificante? Nadie sabe con certeza. Trump es un ilusionista. Es un manipulador en el escenario con una máquina de niebla, que trata de distorsionar nuestro sentido de la realidad y desviar nuestra atención a donde él quiere.
Cuando pensaba en voz alta en quedarse para siempre en la Casa Blanca, seguramente Trump no estaba iniciando la campaña de "Trump de por vida" ni anunciando su intención de cambiar o ignorar la Constitución. Pero tampoco cabe duda de que, en vista de sus antecedentes, los frenos y contrapesos de la democracia le parecen sumamente inconvenientes. Admira abiertamente a los dictadores . Cuando habla de los autócratas de otros países, parece que los envidia.
Trump hizo estos comentarios el sábado 3 de marzo, durante un evento de recaudación de fondos en Mar-a-Lago. CNN obtuvo una grabación de los comentarios de Trump sobre el presidente de China, Xi Jinping, el líder cada vez más autocrático que acaba de abolir los límites a los periodos presidenciales para poder quedarse en el poder por el resto de su vida. "Creo que es genial", dijo Trump. " Tal vez tendríamos que intentarlo algún día ". El público rio.
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Esta respuesta del manipulador en jefe no es nada nuevo. Revuelve mentiras con verdades en una niebla vertiginosa, pero también revela su verdadero sentir cuando trata de confundirnos, dice que estaba bromeando, que lo citaron mal o que nunca dijo lo que todos oímos que dijo. Todo es parte de su actuación.
Los impulsos de Trump se parecen a los de un autócrata. Solo lo limitan las reglas democráticas que sobreviven a su mandato. Al igual que un dictador, odia a la prensa, a menos que hablen muy bien de él. Al igual que los tiranos, quiere echarle el Departamento de Estado y al FBI a sus opositores políticos . Al igual que la mayoría de los gobernantes, nada le gusta más que estar en medio de un mar de admiradores escandalosos , disfrutando de su adulación, acicateando el odio contra quienes considera sus enemigos.
Trump se vende como el presidente macho, el hombre que amenaza con usar la furia y el fuego como nunca se ha visto. Pero su sed insaciable de halagos lo hace vulnerable. Esa debilidad también debilita a Estados Unidos.
nullLos gobiernos extranjeros saben que pueden seducir a Trump con halagos. Manipulan al presidente y a la política exterior de Estados Unidos tratando a Trump como el rey que desearía ser.
Lo supimos desde los días de la campaña. Trump dijo que Vladimir Putin, presidente de Rusia, "me llamó genio". No fue exactamente lo que pasó , pero Trump lo creyó y eso sirvió para aumentar la reserva misteriosamente voluminosa de respeto que Trump siente por el presidente de Rusia.
Parece que la admiración que Trump siente por Putin no tiene límites. "Es de verdad un gran líder", dijo durante la campaña . "Tiene un control muy firme sobre el país".
La combinación de su admiración por Putin, la creencia de que Putin lo respeta mucho y cualquier otra cosa que haya en esa relación ha servido para que Trump, el supuesto presidente macho, actúe como un gatito cuando se trata de Rusia.
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A Trump le es imposible criticar a Putin. No ha implementado las sanciones que el Congreso ya aprobó y el Departamento de Estado no ha tocado los 120 millones de dólares presupuestados para combatir la interferencia de Rusia en las elecciones.
Además, hubo una revelación impactante en un artículo de la revista New Yorker , en el que se afirma que el Kremlin le indicó a Trump que no eligiera a Mitt Romney como secretario de Estado y que escogiera a alguien más favorable a Rusia. Tras ofrecerle el cargo a Romney, quien dijo que Rusia es "la amenaza más grande para Estados Unidos", Trump escogió a Rex Tillerson, a quien Putin acababa de dar una medalla.
Tal vez Trump no sea el presidente más débil cuando se trata de Rusia, pero siente gran admiración por los autócratas y parece que especialmente por los que desmantelan la democracia sistemáticamente.
"Va a sacar 10", dijo Trump, hablando de Putin . Sobre Recep Tayyip Erdogan, quien también está sentando las bases de una presidencia omnipotente e interminable, dijo que "tiene calificaciones muy altas" pese a que las organizaciones de defensa de los derechos humanos y de vigilancia de la democracia han alertado sobre sus ataques contra la libertad de expresión y la democracia y a que Erdogan se está volviendo un dictador de facto . En una conferencia de prensa, Trump dijo que era "un gran honor y un privilegio" presentar a Erdogan.
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También está el otro personaje al que Trump admira: Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, quien ha desatado una cruel guerra contra los sospechosos de narcotráfico, campaña que según una investigación reciente, ha dejado más de 12,000 muertos que no tuvieron acceso a algo parecido al debido proceso y ataques contra jueces y periodistas que osan criticarlo. Trump lo alabó por hacer "un trabajo increíble con el problema de las drogas".
Y claro, también está Xi, el presidente de China que tomó un país que ya era una dictadura y que violaba prolíficamente los derechos humanos; les apretó aún más las tuercas a sus críticos y amasó más poder ahora que se aseguró de que tendrá el cargo más importante durante el tiempo que quiera.
Pese a todas las críticas contra China durante la campaña presidencial, una vez en la presidencia Trump dijo que Xi es "un hombre muy bueno", sin importar la dura represión que Xi ejerce . Luego de que Xi le extendiera la alfombra roja más gruesa que había para halagarlo en su visita a China, Trump se mostró genuinamente conmovido por la ostentosa recepción.
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Ahora, Trump está más impresionado con Xi porque tomó medidas para asegurar el poder de por vida. "Miren, él pudo lograrlo. Creo que es genial", les dijo a los donadores en Mar-a-Lago.
¿Trump quiere ser como Xi? ¿El presidente de Estados Unidos quiere trastornar el credo fundacional de la República, la noción de que el poder debe cambiar de manos regularmente, residir en alguien elegido por el pueblo? Eso parece incomprensible. Sin embargo, la historia nos ha demostrado una y otra vez que el que algo sea impensable no quiere decir que sea imposible.
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