OPINIÓN: Falta de conocimientos de ingeniería, un problema en la reconstrucción
Nota del editor: Francisco González Ortega es director general del Laboratorio de Revisión de Obras de la Contraloría General del Gobierno de la Ciudad de México. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(Expansión) — Contar con un diagnóstico real y levantamientos de campo de cada uno de los edificios que resultaron afectados en el sismo del 19 de septiembre del año pasado es parte de la solución del problema; así como el acercamiento a la ciudadanía afectada, con generosidad y dispuestos a colaborar con ellos, para tomar acciones concretas, efectivas e inmediatas. Lo anterior debería de haber sido el camino a seguir para resolver de manera pronta y expedita el problema de la reconstrucción.
Es importante preguntarnos, por qué no poner a un grupo de especialistas con conocimientos profundos de ingeniería de proyectos, con dominio de temas básicos de ingeniería como Geotecnia, Análisis de Costos, Estructuras, Construcción, Urbanismo etc., como encargados de la reconstrucción. Es una lástima que a seis meses, estamos igual que al principio, sin contar siquiera con información real, concreta y a detalle de los daños causados a los inmuebles afectados.
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No solo con tener el dato de que si tal edificio está en rojo, amarillo o verde, sino por qué de la clasificación, y el daño en su estructura, llámese columna, muro, trabe, o losa: ¿cuál es su afectación real?, ¿es recomendable su reparación?, ¿con qué criterio?, ¿con base a qué norma o reglamento?
Debemos pedir que las soluciones de reforzamiento sean realizadas por expertos ingenieros, maestros y doctores en estructuras, que formando parte de un órgano colegiado se apoye en herramientas técnicas como software de última generación para proponer la solución de reforzamiento o reparación optima, la más económica y eficiente, que cumpla con las normatividad y garantice su seguridad.
En cuanto a la evaluación de la seguridad estructural, debemos verificar si se consideró, entre otros, su deformabilidad, los defectos e irregularidades en la estructuración y cimentación, el riesgo inherente a su ubicación, la interacción con las estructuras vecinas, la calidad del mantenimiento y el uso al que se destinó. Si se determinó la capacidad remanente en cada elemento para cada modo de comportamiento posible o predominante. Si dicha capacidad estuvo definida por el nivel de acciones con el cual el elemento de la estructura o cimentación alcanza un primer estado límite de falla o de servicio.
Si para la reestructuración se consideró la capacidad remanente de la edificación y si se analizó si el edificio es susceptible de ser rehabilitado, evaluando los daños ocasionados por el sismo y si estos son reparables. En caso de que sean reparables, si se buscó la mejor alternativa técnica y económica para darle a la edificación una capacidad de carga igual o superior a la original, con la finalidad de que esta pueda cumplir con las condiciones de servicio y habitabilidad que señala el Reglamento de Construcciones del D.F. y sus Normas Técnicas Complementarias, así como con las Normas para la rehabilitación de edificios dañados por el sismo del 19 de septiembre de 2017.
Si como parte de la propuesta estructural se consideraron los desplazamientos relativos de entrepiso con respecto a los permisibles, el desplazamiento lateral máximo en la parte más alta de la edificación en ambos ejes, los períodos de vibración del suelo y de la edificación, elementos estructurales con capacidad de soportar nuevos sismos de acuerdo con el resultado de los análisis, entre otros criterios.
nullSi el método de análisis propuesto para llevar a cabo los niveles de diagnóstico y evaluación fue basado en la respuesta lineal o no del sistema estructural calculada mediante modelos analíticos que representan las condiciones reales de la construcción, tanto en geometría, materiales, condiciones de apoyo entre sus elementos, interacción con elementos no estructurales y tipo de sistema de piso, calculando las respuestas estructurales, deformaciones, desplazamientos y elementos mecánicos, cargas muertas, combinaciones de cargas y coeficiente sísmico.
Estas son algunas de las cuestiones a verificar en la propuesta de reforzamiento o reparación entre otras. El éxito de una buena inversión depende fundamentalmente de una buena: planeación, proyecto, programación y sobre todo con una buena gerencia en ejecución de los proyecto.
Es el momento de que la ciudadanía, exija, se informe, sepa cuál es el camino que debe de seguirse para que se hagan las cosas de manera correcta, que estemos atentos para que no sean beneficiados grupos de empresas proyectistas, constructoras e inmobiliarias, los mismos de siempre que aprovechando relaciones políticas de interés de grupo llevan agua a su molino.
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Debemos cuestionar cómo es el manejo de los recursos, ¿cómo se están aplicando?, ¿bajo qué Ley, norma o reglamento se adjudican los contratos?, ¿qué análisis estructurales se realizaron para dar tal o cual solución?, ¿qué especialistas lo realizaron?, ¿qué especificaciones de calidad deberán cumplir los materiales para la reconstrucción?, ¿quién los supervisará?, ¿qué pruebas de laboratorio le harán?, ¿quién las realizará?
Generar confianza en el manejo de los recursos y que estos lleguen a beneficiar a los afectados debería ser parte fundamental del Estado mexicano. A los profesionales de la ingeniería de la construcción nos toca poner nuestro grano de arena, revisando analizando y opinando durante la realización de los proyectos.
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