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OPINIÓN: El dilema del vaso medio lleno o medio vacío en las inversiones

Los seres humanos asignamos mayor peso a las pérdidas que a las ganancias de proporciones similares, opina Iván Barona.
vie 13 abril 2018 09:10 AM
vaso medio lleno o vacío de inversiones
A considerar Mientras los supuestos macro (niveles de tasas, estimados de crecimiento, entre otros) persisten, valdría la pena tener en cuenta determinad información. (Foto: KvitaJan/Getty Images/iStockphoto)

Nota del editor: Iván Barona González estudió Administración y Finanzas en la Universidad Panamericana. Comenzó su carrera en GBM en 2004 como analista de vivienda e infraestructura, para posteriormente fungir como Estratega México. Desde 2012 ocupa el cargo de Director de GBMhomebroker. Actualmente es profesor por asignatura en la Universidad Panamericana y Lead Mentor en Collective Academy. Encuéntralo vía Twitter en @IvanBarona . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(Expansión) – Ya hace un par de entregas comentaba acerca de algunas de las reacciones, aparentemente irracionales, que comúnmente guían las decisiones o el sentir de los inversionistas.

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Uno de los sesgos previamente comentados era el efecto que tienen las pérdidas en la utilidad percibida. Los seres humanos asignamos mayor peso a las pérdidas que a las ganancias de proporciones similares.

Otro de los factores de teoría de economía conductual que podemos traer a la mesa es el de la utilidad decreciente. Asumamos que una persona gana 1,000 pesos por primera vez, si tomando una serie de decisiones lograra repetir la hazaña en cinco ocasiones, la utilidad percibida por ganar el último lote sería menor a la del primero.

El contexto tiene un efecto, en este caso, la segunda vez que ganó 1,000 pesos duplicó su capital, mientras que la quinta ocasión, el incremento en su patrimonio sería de 25 por ciento, es decir de 4,000 a 5,000 pesos.

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Ahora bien, el cómo se llega a un resultado también tiene serias implicaciones en la percepción del inversionista o trader.

En el anterior ejemplo destaca la percepción al cambio (+1,000 pesos) respecto a la posición previa. En la segunda iteración era una persona que empezó con 1,000 y terminó con 2,000 pesos, mientras en el último caso era una persona que tenía 4,000 y terminó con 5,000 pesos.

Pero ahora supongamos que dos personas diferentes, ambas con un capital inicial de 1,000 pesos, entran a una competencia donde habrá 5 rondas de volados, y en cada volado pueden ganar o perder 1,000 pesos.

nullEl participante A obtiene los siguientes resultados: Gana, Gana, Gana, Pierde y Pierde; mientras el participante B obtiene: Pierde, Pierde, Gana, Gana y Gana. A pesar de que ambos resulten con un saldo final de 2,000 pesos, es muy probable que el jugador B, quien estuvo en un momento con una pérdida de 1,000 pesos, termine con una utilidad percibida mayor. Mientras que el jugador despotrique en contra del destino tras haber estado en algún momento con un saldo de 4,000 y ver su capital reducido a la mitad.

En este ejemplo se hacen presentes varios sesgos psicológicos como anclaje, recencia, o efecto de dotación (endowment effect), ahora veamos cómo se comparan en el mercado bursátil.

En un curso de inversiones el profesor hizo un comentario que todavía tengo muy presente. Por esas fechas las acciones de Mexichem cotizaban alrededor de 50 pesos y el profesor comentó: “si un inversionista dice: 'yo traigo acciones de Mexichem de 30 pesos (haciendo referencia al precio de compra)' está en un error, todos tenemos hoy acciones de 50 pesos, y con esta información se tomará la decisión.”

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En este caso, información irrelevante previa, estaría influyendo en la decisión de inversión. Si una acción en el pasado estuvo en 30 pesos, pero hoy está en 50, la decisión de mantenerla o venderla debería ser independiente. Probablemente comprar sí se vería afectado si ya se cuenta con una posición relevante, pero la pregunta en todo momento debería ser: ¿qué exposición quiero tener en esta acción en estos precios, con base en mis expectativas?

Ahora bien, ya vimos cómo el camino recorrido, ir perdiendo para acabar ganando o viceversa, afecta la percepción. También vimos cómo las decisiones pueden estar sesgadas si alguien ya se encuentra dentro del mercado (Endowment Effect), y por último, el impacto de la historia reciente.

Veamos un ejemplo práctico. Hacia finales del año pasado (12 de diciembre) el índice S&P se encontraba alrededor de 2,660 puntos, hace unos días (5 de abril de 2018) cerró en niveles similares 2,665 puntos. Desde un punto de vista general, a solo 4 meses de diferencia, ¿qué tanto puede cambiar la percepción? Habrá cambiado la opinión de alguien que no quiso comprar en diciembre y ahora quiera comprar, o el sentir de alguien que compró en diciembre y hoy esté vendiendo.

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La realidad es que sí, mientras los supuestos macro (niveles de tasas, estimados de crecimiento, entre otros) persisten, valdría la pena tener en cuenta la siguiente información.

Hacia diciembre de 2017 el S&P acumulaba un rendimiento en el año de 19%, si bien un rally alcista genera algo de ansiedad en los inversionistas, el sentir es más bien optimista. Por otro lado, en los niveles de 2,665 de abril la historia reciente describe un ajuste intempestivo de más de 7% contra los máximos alcanzados a finales de enero.

Como verán, los traders dispuestos a comprar y vender -el mismo activo- con similares fundamentales, en esta ventana de tiempo seguramente cuentan con una estrategia y opiniones distintas. Quienes permanecían invertidos y/o compraban en diciembre probablemente son seguidores de tendencias, mientras que quienes están comprando en estos momentos sean swing traders.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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