OPINIÓN: Pompeo pasa al círculo de Trump, con el riesgo de eclipsar a Kushner
Nota del editor: Aaron David Miller, vicepresidente y académico distinguido del Woodrow Wilson International Center for Scholars, es el autor de "The End of Greatness: Why America Can't Have (and Doesn't Want) Another Great President" y fue negociador en Medio Oriente en administraciones demócratas y republicanas. Síguelo en @aarondmiller2 . Richard Sokolsky, miembro no residente de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, fue parte de la Oficina de Planificación de Políticas del Secretario de Estado. Las opiniones aquí expresadas son exclusivas de los autores.
(CNN) – En Washington, como dice el viejo dicho, las personas son la política. Y a 15 meses de la presidencia de Donald Trump, se avecinan grandes cambios en el gabinete de política exterior. Tal vez los más importantes sean el ascenso del favorito de Trump y recién confirmado secretario de Estado Mike Pompeo y el nuevo asesor de seguridad nacional John Bolton. Sin duda, estas dos fuertes figuras terminarán desplazando a otras que se han beneficiado del caos y el vacío del primer año de gobierno.
En otras palabras: Nikki Haley y Jared Kushner tendrán que hacerse a un lado.
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Todavía es demasiado pronto para saber con precisión cuál será el nuevo orden jerárquico. Después de todo, en Trumplandia los objetos brillantes suelen perder al poco tiempo su brillo. Pero estas son las tramas más importantes que hay que observar.
¿Puede Pompeo apoderarse del centro del escenario?
En el círculo de Trump solo hay una estrella y una voz, y existen riesgos reales para cualquiera que, como Ícaro en la mitología griega, se acerque demasiado al sol. Pompeo podría estrellarse y arder, pero parece estar bien posicionado para proporcionar a la administración lo que necesita y le ha faltado: un secretario de Estado que sea el depositario más importante de la autoridad, por debajo del presidente, en materia de política exterior.
Se dice que Pompeo tiene la confianza de Trump y sabe cómo manejarlo. Y a diferencia de Rex Tillerson, Pompeo tiene la oportunidad de reconstruir el Departamento de Estado y ponerlo al servicio de los objetivos del presidente.
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Al final, sin embargo, el mayor desafío para el éxito o el fracaso de Pompeo no serán los líderes de Corea del Norte, Rusia, China, Irán y Siria, sino el impredecible y tornadizo Trump. Para sobrevivir, Pompeo tendrá que plantar cara y al mismo tiempo dar coba al presidente. Queda por ver si logrará este delicado acto de equilibrismo.
¿Haley y Kushner dejarán de ser protagónicos para convertirse en figurantes?
La embajadora ante la ONU Nikki Haley y el principal asesor presidencial Jared Kushner ya no parecen ser las radiantes estrellas que fueron en el firmamento de la seguridad nacional. Haley se impuso a una débil Secretaría de Estado y a un Departamento de Estado disfuncional para acaparar el protagonismo de la política exterior. Y sin duda ella seguirá siendo una estrella en ascenso en el Partido Republicano.
Pero Pompeo no es Tillerson. A diferencia del desventurado exsecretario de Estado, Pompeo tiene una estrecha relación con Trump y más experiencia en Washington, parece decidido a volver a colocar al Departamento de Estado al frente de la política exterior, es fuerte y asertivo, y sabe cómo jugar con los actores de la política exterior.
La estrella de Pompeo eclipsará a la de Haley, que hace unos días hizo enojar a Trump (no era la primera vez) tras anunciar la imposición de nuevas sanciones contra Rusia, y es probable que asuma un perfil público más bajo en deferencia a Pompeo, a cuyas audiencias de confirmación asistió como muestra de apoyo.
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Las alas de Kushner han sido cortadas por la investigación de Mueller; por lo que mantiene un perfil bajo y fuera de la línea de fuego. Kushner tampoco puede atribuirse ningún éxito en política exterior; las conversaciones de paz en Oriente Medio, que dirigía en su totalidad, no van a ninguna parte. Pompeo lo sabe y parece decidido a recuperar la autoridad en política exterior. Las probabilidades están a su favor.
¿Podrán Bolton y Mattis llevarse bien?
Se ha hablado mucho de la incipiente tensión entre el halcón Bolton, el nuevo asesor de Trump, y James Mattis, el más prudente y pragmático secretario de Defensa. No extraña que Mattis haya minimizado cualquier rivalidad. Pero hay informes de que se opuso al nombramiento de Bolton. Y es evidente que en los temas de Irán y Siria hay diferencias.
Al parecer Bolton pidió ataques más expansivos contra Siria en respuesta al uso de armas químicas a principios de este mes, lo que podría generar respuestas más intensas por parte de Rusia e Irán. Pero se impuso la recomendación de Mattis de una respuesta proporcional y limitada, lo que nos deja ver en quién confía Trump cuando se trata de decisiones sobre la guerra y la paz.
Mattis, que defiende la permanencia en el acuerdo nuclear con Irán, probablemente perderá esa batalla ante Bolton. Además, la incorporación de Pompeo, con una línea más dura, podría inclinar la balanza burocrática del poder en contra del secretario de Defensa en otros asuntos de política exterior. Pero nada está escrito. Bolton intentará controlar el proceso de toma de decisiones como lo haría cualquier buen asesor de seguridad nacional. Pero la política es otro asunto.
nullEn el asunto de Corea del Norte, donde Bolton ha pedido un cambio de régimen, Trump quiere un acuerdo, no la guerra; y a diferencia de Bolton, Trump no quiere enfrentarse con Irán o Rusia en el caso de Siria. Mattis es más o menos indispensable para Trump, Bolton no. Después de todo, Ronald Reagan tuvo seis asesores de seguridad nacional, Trump ya ha tenido tres.
¿Quién influirá más en Trump?
Aparte de las guerras intestinas burocráticas, está la lucha por ganarse la confianza de Trump. La cuestión no gira en torno a los halcones contra las palomas o el choque de políticas exteriores discordantes. Más bien, la rivalidad está entre quienes puedan o no hacer que Trump se vea bien, gane popularidad y se anote éxitos de política exterior que pueda presumir ante los estadounidenses.
Trump quiere desesperadamente que su encuentro con Kim Jong Un entre a los libros de historia. Pompeo es un halcón de buena fe, pero habiéndose encontrado personalmente con Kim, ahora depende de que ese encuentro sea fructífero. Y es lo suficientemente inteligente como para entender que la paz en la península Coreana puede ganarle un Premio Nobel de la Paz al presidente, en tanto que la guerra únicamente lo dejaría a él como un fracasado.
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Un avance histórico con Corea del Norte también le ofrece a Trump la oportunidad de ufanarse con el expresidente Barack Obama, de pavonearse en el escenario mundial y ganarse el respeto que anhela. Lo último que Trump quiere es que un coro de halcones (Pompeo, Bolton y Haley) se roben su gloria.
Sin importar quién esté sentado junto a él en la mesa del gabinete, el voluble y a menudo impetuoso Trump seguirá siendo el centro de la política exterior de Estados Unidos. Queda por ver si su nuevo equipo de política exterior tendrá más suerte que el anterior en la difícil tarea de manejar al presidente o la política exterior del país.
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