OPINIÓN: Lo que aprendimos de las acusaciones contra Asia Argento
Nota del editor: Kara Alaimo es profesora asistente de Relaciones Públicas en la Universidad Hofstra (EE. UU.). Escribió el libro Pitch, Tweet, or Engage on the Street: How to Practice Global Public Relations and Strategic Communication. Fue portavoz de la Dirección de Relaciones Internacionales del Departamento del Tesoro de Estados Unidos durante la presidencia de Obama. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
(CNN) - El domingo 19 de agosto el New York Times reportó que la actriz italiana, Asia Argento (quien ayudó a desencadenar el movimiento #MeToo con sus acusaciones de agresión sexual de parte de Harvey Weinstein), está acusada de agresión sexual.
Según documentos que la publicación obtuvo a través de un correo electrónico cifrado proveniente de una fuente no identificada, después de que Argento acusó a Weinstein la señalaron de agredir al actor y músico Jimmy Bennett, a quién más tarde le pagó 380 mil dólares. El Times reportó que, en el momento de la presunta agresión, Bennett acababa de cumplir 17 años —y por ende era menor de edad según las leyes de California que establecen que la mayoría de edad es a los 18 años— mientras que Argento tenía 37.
Ni el Times ni CNN han podido ponerse en contacto con Argento para que comente al respecto; no sabemos si las acusaciones son ciertas. El lunes 20 de agosto, Gordon K. Sattro, abogado de Jimmy Bennett, emitió un comunicado para anunciar que el actor declinaba hacer comentarios sobre el reportaje del Times.
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No cabe duda de que una acusación tan desagradable contra una de las líderes más significativas de movimiento #MeToo no le hacen ningún favor al movimiento y que les da a los misóginos armas para cuestionar los relatos de las mujeres respecto al acoso y al abuso sexual. Pero ¿son un revés?
No. En realidad son prueba de su éxito.
Sin importar si las acusaciones son verdad, la aparente disposición de Bennett para enfrentar a Argento demuestra que está consciente de que las barreras que los hombres enfrentaban para reportar abusos sexuales por fin están derrumbándose.
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Piensen que una de las razones por las que los perpetradores salen impunes de delitos sexuales (ya sea contra hombres o mujeres) es que usualmente no los acusan. Según la Encuesta de Victimización en delitos Nacionales que el Departamento de Justicia de Estados Unidos llevó a cabo en 2016 (y que es la más reciente que hay disponible) solo se denuncia el 23% de las violaciones y las agresiones sexuales. Una de las principales razones es que a las víctimas les da vergüenza hacerlo. En una encuesta que se llevó a cabo entre universitarios en 2006 se determinó que "la culpa, la vergüenza o el miedo al ridículo" son barreras significativas que impiden que las violaciones se denuncien.
Sin embargo, la marea de víctimas que han revelado los abusos sexuales que han sufrido, como parte del movimiento #MeToo, está empezando a acabar con los temores que muchas víctimas relacionan con la denuncia. Las mujeres (incluida Argento) que han denunciado a hombres prominentes, a los que se creía intocables, han puesto un ejemplo poderoso. Esta podría ser la explicación de que Bennett haya estado dispuesto a exigirle a Argento una indemnización por 3.5 millones de dólares.
Estas acusaciones también podrían servir para que más hombres reporten los abusos sexuales. Aunque el movimiento #MeToo se ha centrado en gran medida en las mujeres, los hombres también son víctimas de agresiones sexuales. Según la Encuesta Nacional de Prevención de la Violencia Sexual y de Pareja de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el 24.8% de los hombres estadounidenses han sufrido violencia sexual en algún momento de su vida.
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Sin embargo, el estigma social de denunciar estos abusos es particularmente fuerte en el caso de los hombres. Por ejemplo, en la encuesta de los universitarios se determinó que entre los hombres es más probable que se aduzca "la vergüenza, la culpa o el miedo al ridículo" como razón para no denunciar una violación.
Las acusaciones recientes de parte de hombres que afirman haber sido víctimas de abuso sexual —como el actor Brendan Fraser, quien acusó al expresidente de Hollywood Foreign Press Association de haberlo manoseado en 2003 (el acusado, Philip Berk, dijo a la revista GQ que había "pellizcado" a Fraser en broma), y el actor Terry Crews, quien afirma que un "ejecutivo de Hollywood de alto nivel" lo manoseó— demuestran que ellos ahora tienen el valor de reportar dichos incidentes. Junot Diaz, novelista galardonado con el premio Pulitzer a quien acusaron de abuso sexual pero se reivindicó gracias a una investigación del Tecnológico de Massachusetts, en donde da clases, también reveló que lo violaron cuando era niño. En el testimonio que rindió ante el Senado, en junio pasado, Crews hizo un llamado a los hombres a hablar abiertamente de las agresiones sexuales. Este diálogo nacional ha estado pendiente desde hace mucho tiempo.
Con suerte, las acusaciones más recientes les enseñarán a otros hombres que no deben avergonzarse por denunciar si son víctimas de abusos… y que es posible desafiar a los poderosos. Como tuiteó Tarana Burke, fundadora del movimiento #MeToo, "He dicho una y otra vez que [el movimiento #MeToo] es para todos, incluso para estos jóvenes valientes que están alzando la voz".
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I’ve said repeatedly that the #metooMVMT is for all of us, including these brave young men who are now coming forward. It will continue to be jarring when we hear the names of some of our faves connected to sexual violence unless we shift from talking about individuals [+]
— Tarana (@TaranaBurke) August 20, 2018
Burke también tuiteó: "La violencia sexual gira alrededor del poder y el privilegio. Eso no cambia si el perpetrador es tu actriz favorita, un activista o un profesor del sexo que sea".
Esa podría ser la lección más poderosa de todas.
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