OPINIÓN: TLCAN redux, ¿en terapia intensiva?
Nota del editor: Marco A. Morales es Investigador Afiliado al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Su cuenta de Twitter es @marco_morales . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(Expansión) - Hace unas horas el presidente Trump anunció que Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo preliminar en la renegociación del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés).
En un extrañísimo evento en la Casa Blanca el mundo presenció una llamada telefónica entre los presidentes Trump y Peña Nieto para congratularse por el logro. A diferencia del resto de los temas que tocan a México, este tópico está llenando el ciclo noticioso en todos los medios estadounidenses.
Sobre este acuerdo preliminar es importante hacer anotaciones sobre sus implicaciones. El contenido es aún poco claro y lo que sabemos proviene de filtraciones a medios de comunicación, rumores en los pasillos washingtonianos y algunas declaraciones oficiales hechas por el representante comercial estadounidense, Robert Lighthizer.
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El anuncio central es un cambio cosmético: desparecería el nombre del TLCAN por su “connotación negativa” y atendiendo a la amenaza – poco creíble, por cierto – de que se vuelva un nuevo acuerdo o uno que excluya a Canadá.
En términos de sustancia destacan tres acuerdos centrales que representan un primer cambio en el impasse que ha prevalecido en la negociación durante los últimos meses:
1. Estados Unidos acepta la contrapropuesta mexicana de aumentar a 75% la proporción de contenido estadounidense o mexicanos en los autos que se vendan en Norteamérica,
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2. México acepta la propuesta estadounidense de incrementar la proporción de insumos automotrices producidos por trabajadores que ganen al menos 16 dólares por hora, y
3. México acepta la propuesta estadounidense de establecer un sunset clause que revise el acuerdo cada 6 años luego de 16 años de vigencia.
Aun cuando quedan muchos temas pendientes en la agenda que se venía discutiendo – principalmente en lo que toca a la protección de inversiones – hay algunas implicaciones de este acuerdo preliminar que son evidentes de inmediato.
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Primero: En este momento el acuerdo preliminar no es otra cosa que un cambio de nombre para que el presidente estadunidense y el presidente electo mexicano puedan salvar la cara. Trump puede vender a su base que existe un “nuevo acuerdo” – diferente de NAFTA – que beneficia a Estados Unidos. López Obrador puede argumentar a su base que fue Peña Nieto y no él quien es responsable de este nuevo acuerdo.
Segundo, el propio Jesús Seade, representante del gobierno electo en las negociaciones, virtualmente confirmó este fin de semana ante corresponsales lo que se sabía en Washington: este acuerdo resulta de los tratos directos entre el representante comercial Lighthizer y el propio Seade sin la participación directa de los secretarios Ildefonso Guajardo y Luis Videgaray. El equipo negociador mexicano encabezado por Guajardo tuvo que aceptar estos acuerdos.
El tema realmente sensible es que, existiendo funcionarios con atribuciones para realizar estas negociaciones, no es del todo claro de dónde proviene la autoridad legal de Seade para conducir negociaciones a nombre del gobierno de México.
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Tercero: Seade aceptó lo inaceptable para Canadá: el sunset clause , que pondría un plazo a la duración del TLCAN. Con esto, Seade debilitó la coalición México-Canadá que había permitido contener los embates estadounidenses para extraer concesiones. En la visión de este representante se trata de una diferencia semántica porque el acuerdo preliminar contiene revisiones periódicas en lugar de… revisiones periódicas.
Los negociadores canadienses se incorporan hoy a la mesa. No es claro cómo reaccionarán a lo que encuentren. Por otro lado, hay muchos temas sensibles no resueltos que habían causado el impasse en las negociaciones y que tampoco han sido ventilados. Es también difícil anticipar las reacciones del gobierno entrante y su voluntad para no reventar el TLCAN, especialmente cuando se llegue a temas sensibles para la base lopezobradorista, como es el sector energético mexicano.
En suma, con lo que sabemos ahora, este TLCAN redux nace con un cáncer que lo pone desde este momento en terapia intensiva.
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