OPINIÓN: Es hora de cuestionar al amigo totalitario de Trump
Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America y profesor de la Universidad Estatal de Arizona. Ha visitado Arabia Saudita frecuentemente desde 2005. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) - La desaparición misteriosa del escritor saudí y colaborador del Washington Post, Jamal Khashoggi, luego de haber entrado al consulado saudí en Estambul, a principios de octubre, ha puesto bajo los reflectores al régimen saudí, encabezado por el príncipe heredero de 33 años, Mohammed bin Salmán (conocido comúnmente como MBS). Esto ha suscitado dudas sobre la naturaleza de la gran apuesta del gobierno de Trump al príncipe heredero.
Por cada cosa positiva que MBS ha hecho (darles a las mujeres el derecho a conducir, permitir los conciertos en su reino, tratar de abrir la economía estatista saudí, dependiente del petróleo, y coartar el poder de la temida policía religiosa), también ha cometido una larga lista de errores.
La intervención militar saudí en el vecino Yemen, que comenzó en 2015, no ha sido un éxito, por ponerlo suavemente. Los rebeldes hutíes se han acercado a Irán, Yemen sigue en medio de una letal crisis humanitaria y miles de civiles han muerto en el conflicto.
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Tras más de un año, el bloqueo a Qatar por parte de varios estados árabes —entre los cuales los saudíes son clave— sigue estancado y no se le ve fin. En derecho internacional, un bloqueo equivale a un acto de guerra. Qatar está buscando un arbitraje en Naciones Unidas, pero la adjudicación de esta clase de casos puede tomar años.
Para complicar las cosas, Turquía está alineada con Qatar en contra de los Estados árabes involucrados en el bloqueo y si los saudíes asesinaron a Khashoggi en suelo turco, como declararon al Washington Post unos funcionarios turcos que pidieron el anonimato, las tensiones en la región crecerán aún más. Las autoridades saudíes han negado estas acusaciones.
Sin embargo, no son los únicos países de la región a los que MBS ha incomodado. También forzó torpemente al primer ministro de Líbano, Saad Hariri (quien tiene doble ciudadanía, libanesa y saudí), a anunciar su renuncia durante una visita a Arabia Saudita, en noviembre pasado. MBS creyó que Hariri era demasiado deferente con Hezbolá, una fuerza política considerable en Líbano y cliente de Irán. A final de cuentas, Hariri se retractó y regresó a Líbano. El tiro le salió por la culata a MBS porque tanto Hariri como Hezbolá salieron más fuertes de este extraño episodio.
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También en noviembre, MBS ordenó la detención de cientos de empresarios y príncipes por acusaciones de corrupción. Presos en los lujosos confines del Ritz Carlton de Riad, los fueron soltando poco a poco en lo que pareció más un acto de intimidación que un proceso judicial legítimo… no sin antes sacarles fuertes sumas de dinero, según el New York Times. El gobierno saudí negó haber actuado mal.
MBS también ha ordenado el arresto de varios activistas sociales inocuos, muchos de quienes se enfrentan a la posibilidad de la pena de muerte. Se trata de activistas chiitas que pretenden más derechos para la minoría del reino como Israa al-Ghomgham, una mujer de 29 años, o como Salmán al-Oudah, un clérigo prominente de 61 años y más de 14 millones de seguidores en Twitter.
Pese a haberles dado a las mujeres el derecho a conducir, en mayo de este año, MBS arrestó a varias de las mujeres clave del movimiento en favor de este derecho. En ese entonces, Khashoggi comentó: "Es una guerra contra el activismo. Quiere que el pueblo se haga a un lado, que acepte lo que les está dando para que los guíe hacia el futuro".
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¿Por qué MBS hace todo esto? Porque está llevando a Arabia Saudita a una dictadura totalitaria en la que él controla todos los aspectos de la sociedad y sofoca toda forma de disidencia, enfoque que se refuerza con la desaparición de Khashoggi. Es una estrategia antigua, que se remonta a tiempos de Luis XIV de Francia, quien presuntamente dijo: "L'état, c'est moi", "El Estado soy yo".
Esto es particularmente preocupante dado que el gobierno de Trump acepta cálidamente a MBS. Trump hizo su primera gira presidencial al extranjero a Arabia Saudita. Usualmente, los presidentes de Estados Unidos hacen su lo hacen hacia países que son sus aliados democráticos cercanos; sin embargo, para Trump, Arabia Saudita es el principal baluarte contra Irán en Medio Oriente; además, su yerno, Jared Kushner, espera que MBS sea instrumental para resolver la disputa entre Israel y Palestina.
Desde entonces, el gobierno de Trump se ha esforzado poco por criticar al reino saudí, ya sea por las miles de víctimas civiles en Yemen o por el encarcelamiento de empresarios, miembros de la realeza, clérigos y activistas sociales en su territorio.
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El lunes 8 de octubre, Trump dijo que le "preocupa" la desaparición de Khashoggi. Por otro lado, el embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos, el príncipe Jalid bin Salmán (hermano de MBS), dijo que las acusaciones de que habían asesinado a Khashoggi en Estambul son "completamente falsas e infundadas".
Si surgen pruebas de que en realidad asesinaron a Khashoggi en Estambul, Estados Unidos debería imponer sanciones al reino.
El gobierno de Trump impuso a Rusia las sanciones procedentes hace unos meses, cuando se demostró que un exagente ruso y su hija, radicados en Reino Unido, fueron blanco de una conspiración de asesinato con un agente neurotóxico. ¿Por qué habría de tratar diferente a los saudíes?
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