OPINIÓN: ¿Qué tanto perjudica al ecosistema la construcción de ferrocarriles?

Nota del editor: Flor Ileana González Martínez es Ingeniera en Gestión Empresarial, cursa la Maestría en Administración en Empresas Socioambientales en la Universidad del Medio Ambiente, Directora de Grupo Bellator y Co-Fundadora de Impact Mayab, empresas que se dedican a la creación desarrollo y trascendencia de Empresas Socio-ambientales. Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.

(Expansión) – En las últimas semanas se ha puesto sobre la mesa la construcción del Tren Transpeninsular, que si bien pretende traer desarrollo socio económico de cinco estados de la República Mexicana: Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Tabasco y Campeche, poco se habla de los impactos ambientales que esto conlleva.

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El objetivo del proyecto es conectar los principales centros urbanos, la infraestructura marítima, la aeroportuaria y los atractivos turísticos de carácter histórico-cultural más conocidos, y así lograr la integración regional y estatal con la dinámica económica del resto del país, promoviendo el turismo y el desarrollo urbano en los municipios de esas localidades.

Puesto que en el estado de Yucatán ya se cuenta con la red de ferrocarril que corre de la Ciudad de Mérida y que se extiende hasta el municipio de Valladolid, eso facilitará el establecimiento de un eje ferroviario, al acondicionar y hacer uso del derecho de vía existente. Con ello se logrará activar la comunicación entre las comunidades y los municipios por los que atravesará el Tren Transpeninsular. La construcción y operación del Tren en Mérida Punta Venado conectará 17 municipios del estado de Yucatán y tres de Quintana Roo.

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Acciones y esfuerzos

Implementar este proyecto implica muchas acciones y esfuerzos importantes entre los que se encuentran:

· Desmonte de las áreas que cuentan con vegetación, despalme, relleno, nivelación y compactación.
· Movimientos de tierras y residuos.
· Desmantelamiento y demolición de inmuebles.
· Reemplazo (en el caso de la vía existente) y colocación de la superestructura de la vía férrea.
· Construcción de inmuebles del sistema ferroviario (estaciones, terminales, talleres, centro de logística y plantas de tratamiento).
· Construcción de puentes vehiculares y ganaderos.
· Construcción de drenajes pluviales y pasos de fauna.
· Desmantelamiento y demolición de las instalaciones y superestructura.
· Rehabilitación ecológica del derecho de vía y los sitios de desplante del TT.
· Restauración de la zona de retiro de infraestructura, superestructura e inmuebles.

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Para realizar lo anterior, es necesario efectuar estudios de factibilidad como mecánica de suelos y estudios hidrológicos; de igual forma, crear programas de rescate y reubicación de flora y fauna. En el caso particular de Yucatán y Quintana Roo, se ubica el Sistema Ambiental Regional (SAR) que involucra a 65 municipios, cuyos principales asentamientos urbanos corresponden a las ciudades de Mérida, Izamal y Valladolid. La superficie que conforma el SAR es de 1’687,670.41 ha.

¿Pero, qué hay del ambiente? ¿Qué tanto perjudica o beneficia a los ecosistemas del entorno?

Pocos han cuestionado cuáles serán los impactos negativos que este proyecto podría generar, no solo a los cinco estados de la República Mexicana, sino también al planeta.

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Los componentes ambientales que pueden sufrir alguna alteración a nivel regional son:

· Calidad de agua, usos del agua, patrón de drenaje del agua, nivel freático, disponibilidad del agua.
· Calidad del aire, nivel de ruido, generación de olores.
· Características físicas y químicas del suelo, grado de erosión, estabilidad edafológica, modificación del relieve del suelo, cambio de uso de suelo.
· Cobertura vegetal, diversidad (abundancia y riqueza) de flora y fauna, especies comerciales de flora y fauna, especies bajo protección de flora y fauna, patrones de distribución de fauna.
· Calidad escénica del paisaje, microclima.
· Generación de empleos, economía de la región, estilo y calidad de vida, inmigración.
· Patrimonio cultural arqueológico y colonial, así como costumbre de pueblos indígenas.

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La construcción y operación de ferrocarriles afecta inevitablemente el medio ambiente; por ejemplo, por su incidencia sobre el paisaje o por las emisiones de gases de escape y ruidos. Este ámbito de actividad conlleva otros efectos cuya incidencia depende en gran medida del equipamiento y de las precauciones que se adopten durante el trabajo (ej. vertidos de sustancias nocivas en la zona de talleres, accidentes).

Los impactos más importantes de los ferrocarriles son el ruido, las vibraciones, la fragmentación de hábitats, la ocupación del suelo, la restructuración territorial, el impacto visual, el atropello de aves y el consumo de energía.

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Todo proyecto siempre promueve un gran beneficio económico y social; sin embargo, son muy pocas las ocasiones en las que hablan de los impactos ambientales, tanto positivos como negativos. Aunque existen documentos que regulan ambientalmente a los proyectos de construcción en el país como el Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) que gestiona la Semarnat y es obligatorio antes de comenzar un proyecto de alto impacto, es importante migrar a documentos exigibles, transparentes, interdisciplinarios y mejor cimentados que garanticen en todo el término de las palabras Desarrollo Sostenible, como las Evaluaciones Estratégicas Ambientales, que ya son aplicables en otros países.

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