OPINIÓN: La cultura corporativa de Japón permite que los CEO corruptos ganen

Ahora que la confianza en las empresas japonesas sufrió un duro revés, es obvio que Japón tiene que fortalecer los reglamentos de gobierno corporativo, opina Parissa Haghirian.

Nota del editor: Parissa Haghirian es profesora de Administración Japonesa en la Universidad Sofía en Tokio. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) – Después de su detención, Nissan destituyó a Carlos Ghosn de la presidencia debido a sus presuntas faltas en materias financieras: reportó que sus ingresos eran menores e hizo mal uso de los bienes de la empresa. Sin embargo, el escándalo de Nissan es el más reciente de una larga serie de errores que han sacudido al mundo corporativo japonés. Otros fabricantes como la acerera Kobe, Takeda y Toray Industries han impactado a la opinión pública en años recientes tras reconocer que violaron reglamentos de seguridad o que falsificaron datos.

Sin embargo, los escándalos no solo desconciertan a los consumidores japoneses, sino que dejan huella en la reputación de Japón como fabricante confiable y de calidad y como socio de negocios. Parte de la explicación está en las estructuras corporativas japonesas.

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No hay especialistas

En la mayoría de las empresas occidentales, los empleados tienen un contrato detallado y solo hacen lo que está plasmado en él. En Japón, se contrata a los empleados sin una descripción de sus responsabilidades y se les puede asignar cualquier tarea.

Como no hay división del trabajo en la mayoría de las empresas japonesas, se puede transferir a cualquier empleado a un departamento o a una sede nueva cualquier día. Las empresas suelen cambiar a los empleados de departamento cada dos años. Esta rotación permite que los miembros de la empresa conozcan las funciones básicas de todos los ámbitos de la empresa, así que para cuando llegan a los puestos altos conocen muy bien la empresa, de cabo a rabo.

Sin embargo, esto significa que muchas empresas japonesas carecen de especialistas porque la mayoría de los gerentes ha tenido poco tiempo para aprender sobre un proceso en particular. Además, suelen no estar al día en cuanto a los temas emergentes en los negocios, como el cumplimiento, la gestión de la diversidad o la digitalización.

Un empleo de por vida

Las empresas japonesas dan empleo de por vida y esperan que los empleados se queden hasta que se jubilen. De hecho, muchas empresas contratan a los japoneses justo después de haberse graduado y se quedan en la empresa durante toda su vida laboral. Sin embargo, es difícil manifestar dudas y cuestionar los procesos existentes si pasas toda la vida en la misma empresa, con los mismos compañeros. Hemos notado que incluso en las juntas directivas, los gerentes japoneses conocen una sola empresa y han trabajado ahí durante décadas.

A veces, los nuevos estándares internacionales se reconocen demasiado tarde o no se reconocen para nada. Es más, los miembros con mayor antigüedad, llamados sempai, capacitan a los empleados nuevos y son ejemplos a seguir y líderes simultáneamente. Esto crea un lazo profundo entre los empleados, pero tener una unidad tan cerrada y jerarquías estrictas dificulta el florecimiento de las ideas nuevas.

Las leyes laborales

Es difícil despedir a los empleados de tiempo completo porque las leyes laborales japonesas los protegen. Pueden quedarse en la misma empresa hasta que se jubilen y disfrutar de la protección total de la ley, siempre y cuando se hayan dedicado totalmente a la empresa y hayan hecho sus rotaciones durante los primeros 10 años de su carrera.

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Muchos empleados japoneses no ponen en duda los procesos internos porque no pueden compararlos con los de sus trabajos anteriores o los de otras empresas. El sistema de una empresa de por vida crea un lazo profundo entre el empleado y la empresa, así que es difícil que los empleados cuestionen o critiquen los procesos internos aunque los consideren erróneos o poco éticos.

¿Qué sigue?

Ahora que la confianza en las empresas japonesas sufrió un duro revés, es obvio que Japón tiene que fortalecer los reglamentos de gobierno corporativo.

El gobierno ya dio los primeros pasos. A partir de 2015, las mesas directivas de las empresas japonesas tienen que tener dos directores externos. Aunque esta disposición no es jurídicamente vinculante, las empresas tienen que declarar por qué no la observan y esto los presiona a hacerlo. El gobierno espera que la diversificación en las mesas directivas tradicionales genere más innovación en la toma de decisiones.

Los cambios en la sociedad japonesa también tendrán un efecto sobre las empresas japonesas. Actualmente, Japón está enfrentando una grave escasez de trabajadores porque su población está reduciéndose. La

está en un mínimo histórico de 2.3% y las empresas consideran que el reclutamiento será su principal reto a futuro.

El gobierno japonés reaccionó a este decremento poblacional con leyes inmigratorias más laxas y facilitando que las empresas japonesas contraten a gerentes de otros países. Estos empleados extranjeros podrían traer una perspectiva más internacional, así como implementar procedimientos nuevos en las empresas tradicionales japonesas para que sean más competitivas a nivel mundial. En los próximos años, también podrían influir en la actitud ante el cumplimiento y los estándares de seguridad.

Es más: en Japón se ha vuelto cada vez más común que los empleados revelen las irregularidades de sus empresas. Muchos de los escándalos de los meses recientes han desembocado en riesgos para la seguridad de la población japonesa, así que cada vez más empleados han empezado a reportarlos a las autoridades.

El escándalo de Nissan es una llamada de atención para que las empresas japonesas empiecen a reconsiderar sus procesos y a instalar procedimientos de cumplimiento efectivos a nivel dirección. Ya veremos qué aprenden de esto.