OPINIÓN: Un presidente de EU tuvo que negar que sea un agente extranjero
Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success (editorial St. Martin's Press); escribió, junto con Peter Eisner, el libro The Shadow President: The Truth About Mike Pence. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — En cualquier otro momento, con cualquier otro presidente, el espectáculo que dio el comandante en jefe de Estados Unidos al pregonar "nunca he trabajado para Rusia" con la voz quebrada, en el jardín de la Casa Blanca, sería el equivalente político de un incendio de proporciones titánicas. Nunca en la historia había sido necesario que un presidente de Estados Unidos respondiera preguntas tan graves y creíbles sobre su lealtad.
Hoy es tan solo otro giro en la trama de la escabrosa telenovela de la presidencia de Donald Trump.
OPINIÓN: El gran favor que Trump le está haciendo a Putin
El New York Times reportó que luego de que Trump despidiera a quien fuera director del FBI, James Comey, los federales empezaron a investigar si Trump era una amenaza. Esta sospecha surgió naturalmente luego de que Trump se quejara de Comey con los diplomáticos rusos y luego le dijera a Lester Holt, de la televisora NBC, que estaba pensando en "el asunto de Rusia" cuando echó al director.
El "asunto" que ha preocupado a Trump fue el ataque del gobierno ruso en las elecciones de 2016, cosa que ensombrece su legitimidad. En un giro dramático muy apto, su decisión fatídica de despedir a Comey desembocó en el nombramiento del fiscal especial Robert Mueller, cuyo trabajo amenaza a Trump aún más que el caos que él mismo ha causado.
Además, el caos es profundo. Tan solo hay que tomar en cuenta los días pasados para ver la clase de heridas autoinfligidas que en otra época habrían sido trascendentales:
El jueves 10 de enero, Trump viajó a Texas para una sesión de fotos en la frontera, cuyo objetivo era promover su campaña de construir un muro que supuestamente impediría una "invasión" desde el sur. Pese a que no hay ninguna invasión en curso y a que muchos de los políticos de la frontera lo rechazan, Trump sigue promoviendo su idea despilfarradora.
OPINIÓN: Trump trata de lucir rudo, pero sus actos revelan nerviosismo
El viernes 11 de enero, 800,000 funcionarios federales vivieron su primer día sin pago (algunos obtuvieron recibos por $0.00) y empezaron a acumularse los relatos sobre sus preocupaciones. En un despliegue notable de inconsciencia, Trump, quien en su carrera empresarial se ha declarado en bancarrota muchas veces (pero nunca ha sufrido, gracias a la riqueza de su familia), dijo, "puedo identificarme".
El sábado 12 de enero, el Washington Post reveló que Trump ha mantenido en secreto el contenido de sus muchas conversaciones con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Ni siquiera sus asistentes tienen conocimiento de ello. Como es el principal antagonista de Estados Unidos en el mundo, los expertos deberían examinar minuciosamente las palabras de Putin. Al ocultarlas, y al confiscar personalmente las notas del intérprete en una de las reuniones, Trump da a entender que tiene mucho qué ocultar.
También el sábado, las autoridades de la Administración de Seguridad en el Transporte empezaron a notar que hay problemas graves en las revisiones de seguridad aeroportuaria, relacionados con el cierre parcial de la administración que, de acuerdo con Trump, es su responsabilidad. Al trabajar sin paga, los agentes de la dependencia empezaron a reportarse enfermos; en Miami se ha cerrado una terminal intermitentemente por la falta de personal. Los tiempos de espera en la fila para la revisión se están extendiendo hasta 90 minutos en Atlanta.
La Asociación de Viajes de Estados Unidos estima que el cierre le está costando a la economía hasta 100 millones de dólares al día por los gastos de viaje que se están perdiendo.
OPINIÓN: Trump perdió totalmente en este tema clave
El domingo 13 de enero, CNN confirmó un reporte de Axios sobre que Trump arremetió contra su director de presupuesto y jefe de gabinete interino, Mick Mulvaney, en una negociación sobre el presupuesto con los líderes del Congreso. Se dice que durante la sesión, Trump dijo: "Para, para, ya para. ¿Qué estás haciendo? La estás c****ndo, Mick". Entre todos los asistentes de Trump, Mulvaney ha sido tan leal —al punto de abandonar sus convicciones personales en ciertas cuestiones— que podría pensarse que sería la última persona a la que Trump humillaría así.
La razón por la que la administración está cerrada es que Trump exige miles de millones de dólares para construir un muro inútil. El muro también fue el eje de una campaña que se basó en incontables mentiras y engaños para provocar miedo y animadversión racial con el fin de motivar a sus bases de apoyo.
OPINIÓN: La negligencia presidencial de Trump llegará a la televisión
Esto nos lleva de vuelta al presidente de pie en el Prado Sur de la Casa Blanca el lunes. Entre las referencias a un banquete de comida rápida que había planeado y un comentario meloso sobre dos agentes del FBI (dijo que uno era el "amante" del otro), Trump declinó unirse al coro republicano que condena el nacionalismo blanco del diputado por Iowa, Steve King. El New York Times, en un perfil que publicó a principios de enero, citó a King: "Nacionalismo blanco, supremacía blanca, civilización occidental. ¿Cómo fue que el lenguaje se volvió ofensivo?".
Pero Trump fue condescendiente con King y sostuvo su compromiso con el tema antiinmigrante que le ayudó a llegar a la Casa Blanca. También mantuvo viva la narrativa dramática que sin duda explotará en los próximos episodios del drama que al parecer prefiere sobre el servicio público.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión