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OPINIÓN: ¿Qué pasa con la economía en América Latina?

Los posibles shocks negativos a los que se encuentra sometida la economía han generado reajustes a la baja en las previsiones de crecimiento de los países de Latinoamérica, comenta Francisco Coll.
mar 05 marzo 2019 10:31 AM
América Latina
Exceptuando a países como México y algunos de América Central, el resto de las naciones dependen de la exportación de materias primas.

Nota del editor: Francisco Coll Morales es Director de Desarrollo Global y Alianzas Estratégicas de HAC L&M School. Economista y Analista económico para el Foro Económico Mundial, Forbes, Huffpost, Economipedia, entre otros. Analista de Mercados en el NASDAQ en Nueva York. Top 10 Blogger mas influyentes en “Economía y Negocios” de España por el periódico 20Minutos. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(Expansión) - El shock negativo que existe en el entorno económico global también ha tenido un impacto negativo en Latinoamérica. La región, poseedora de gran parte de las grandes economías emergentes, representa un gran motor de crecimiento, por lo que una desaceleración de las mismas, afectaría el entorno mundial.

Con un 60% sobre el total del PIB Mundial, las economías emergentes se han convertido en una pieza fundamental, ya que soportan el 80% del crecimiento de la economía global. Precisamente el crecimiento de la región podría verse lastrado por diversos factores determinantes.

En primer lugar, tenemos la desaceleración de la economía global, especialmente en las economías desarrolladas. Ya hemos visto las perspectivas de crecimiento para los próximos años, que son bastante inferiores a los vistos durante 2018. En el caso de Estados Unidos, las perspectivas marcan un 2.5%, Europa prevé un 1.5% y China vislumbra una moderación que le llevará a ritmos inferiores al 6%.

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Otro de los factores es la perspectiva negativa en los precios de las materias primas. Latinoamérica es una región en la que estas representan el mayor porcentaje de sus exportaciones. Exceptuando a países como México y algunos de América Central, el resto de las naciones dependen de la exportación de materias primas.

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Estamos hablando de que para países como Venezuela, Colombia o Perú, la exportación de materias primas soporta un gran peso de su PIB, por lo que una devaluación en el precio de las mismas repercutiría directamente en estas economías. Tal es su bajo grado de diversificación, que ante una baja de precios, dichas economías podrían verse asfixiadas.

El tercer y último factor que podría poner en riesgo a la economía de la región es el incremento y la agitación de la volatilidad financiera internacional. Una volatilidad que, según las últimas declaraciones de los bancos centrales, es lo que menos preocupa. Ante el débil entorno económico que se vislumbra para el próximo año, los bancos centrales han decidido posponer la retirada de estímulos hasta que no se dé un entorno estable y se garantice un impacto moderado en las economías.

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Estos tendrán un impacto en la región, el cual moderará los crecimientos de las economías que la integran. No obstante, podremos seguir viendo una recuperación de forma más gradual que la que hemos visto hasta ahora.

Los posibles shocks negativos a los que se encuentra sometida la economía ha generado reajustes a la baja en las previsiones de crecimiento de los países de Latinoamérica. Estas perspectivas, según informan analistas de BBVA, así como otros organismos, estarán alrededor del 2.1% en 2019, mientras que en 2020 podrían alcanzar el 2.4%. Unos ritmos de crecimiento que estarán entre dos o tres décimas menos que las registradas durante el último trimestre de 2018.

No obstante, estos resultados no son del todo malos. Debemos tener en cuenta que la aplicación de políticas de estímulo fiscal en los países de la región es complicada, pues se encuentra sometida a grandes niveles de deuda en la mayoría de países que la integran; sin embargo, la aplicación de la política monetaria y el fortalecimiento de la demanda interna en las naciones provocará que puedan ir eliminando esos estímulos gradualmente.

En definitiva, como podemos observar, la región no se encuentra sometida a una gran desaceleración, pero tampoco se puede pasar para alto el vislumbramiento de riesgos que podrían dañarla. El crecimiento se espera que se siga moderando, pero con unas perspectivas sobre el ritmo de crecimiento beneficiosas para la región y para las economías de los países pertenecientes.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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