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OPINIÓN: El problema de que el fin justifique los medios

La falta de valores es un problema para la sociedad, pero no solo en el ámbito social, también en el económico, opina Fernanda Zenizo L.
mié 03 abril 2019 09:35 AM

Nota del editor: Fernanda Zenizo L. es directora general de Accupeople Inteligencia Laboral y vicepresidenta del IMEF. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(Expansión) – En México nos estamos acostumbrando a que el fin justifique los medios. De acuerdo a Accutest™, actualmente el 60% de la población en edad laboral tiende a confundir lo correcto de lo incorrecto, es decir, piensa que el fin justifica los medios.

Esto parecería ser un dato sin importancia, un tema de valores y ética que preferimos hacer a un lado por no representar un problema económico en medio de tan turbulentos tiempos. El problema es que sí tiene relevancia, y mucha. Transformar el pensamiento de las personas hacia un relativismo conveniente hace que la línea entre lo correcto y lo incorrecto se vaya perdiendo, lo que ocasiona que hoy nos encontremos en esta vorágine de situaciones en donde lo malo depende de la óptica con que se mire.

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Es un problema económico para las empresas y para el país, porque si se tiene una razón que se considere válida para hacer algo... esto justifica todo tipo de acciones por el famoso argumento del “bien mayor” o el tan conocido “el fin justifica los medios”. Hoy está bien polarizar al país, enfrentar a los empresarios con el “pueblo” si a cambio de ello se consiguen votos; está “bien lavar dinero” si todos los demás lo hacen; está bien matar a un ladrón en un autobús “si la justicia no funciona”; está bien desdeñar a las instituciones “si éstas nos han defraudado”.

Para portarse mal siempre se puede encontrar una justificación si lo pensamos el suficiente tiempo. Pero ¿por qué es un problema económico? Porque bajo este paraguas de justificaciones es que nos encontramos ante el escenario de la evasión fiscal (pagar menos impuestos o no pagarlos porque se los roban), el escenario del lavado de dinero, del soborno (si no se paga el soborno no se gana el contrato). Y por supuesto, la disminución de la competitividad del país, el desprestigio internacional por la posición en el índice de corrupción en el que nos encontramos (lugar 138 de 180 países en 2018).

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La falta de valores es un problema para la sociedad, pero no solo en el ámbito social, también en el económico. De acuerdo con el último estudio de PwC, el fraude y la corrupción siguen aumentando en las empresas y el daño para el país es inherente. Y quienes cometen los ilícitos no son desconocidos que vienen con la intención de dañar a las organizaciones, son empleados con 3 a 10 años de antigüedad en la organización.

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Personas con las que hemos convivido por un tiempo, que creemos conocer y que en general son buenas, pero que en algún momento debido a alguna frustración o decepción toman decisiones incorrectas, a veces incluso, por las razones correctas. Pero lo grave es que como sociedad, hemos perdido la habilidad de diferenciar lo que está bien de lo que está mal, y no parece que estemos haciendo nada por recuperarla.

Hoy en día el desdeño por las instituciones incluye a la iglesia, las escuelas, el Ejército, la Policía, las mismas leyes y, en consecuencia, cada vez tenemos menos medios para recordar a las personas lo que está bien, lo correcto, lo moral, lo que nos permite vivir y convivir en armonía, a vivir en paz y en un ambiente de bien común. Se olvida que las instituciones existen como una necesidad de la sociedad para funcionar en paz y para actuar en beneficio de ella.

No nos equivoquemos, en este escenario perdemos todos.

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Lo correcto siempre estará bien, aún cuando el camino sea más difícil y arduo; lo incorrecto siempre nos sumirá en una espiral dañina que solo lleva a la corrupción, el individualismo y el desasosiego, aún cuando parece más atractivo por apariencia de solución rápida y simple.

Polarizar a la sociedad no es en ningún sentido lo correcto; satanizar a las instituciones por sus fallas no va a hacer que mejoren, incluso va a provocar que nadie se quiera acercar y no es posible que la sociedad funcione bien sin ellas. Ganar las elecciones no justifica nada de esto. Solo nos hará vivir en un país destrozado y desmoralizado.

Es importante no olvidar lo que es correcto, y actuando en ello, lograremos un mejor país. El camino de la ética y de la integridad siempre será un mejor destino para México y los mexicanos.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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