OPINIÓN: ¿Heroísmo o inviabilidad lo de Dos Bocas? Ambos tienen lugar
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
Expansión - La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de construir la refinería de Dos Bocas con recursos federales, tanto humanos como financieros, tiene algunas similitudes con el proceso de expropiación petrolera de 1938. Sin embargo, son momentos y contextos completamente diferentes el que hoy vive la política petrolera y el que se tenía en aquel lejano año.
La encargada del proyecto será la secretaria de energía, Rocío Nahle , quien despachará desde Villahermosa la obra que concluirá dos años antes de que termine el sexenio. Esto implica que una de las secretarías clave en la economía del país se enfocará en la construcción de una planta de refinamiento durante todo su sexenio. Seguramente, alguien tendrá que velar por las demás cosas que hace la dependencia federal.
Lo que para algunos es un acto es estoicismo heroico para otros es, simplemente, un proyecto financieramente inviable. En el fantasioso y argumentativo mundo de la política ambos tienen razón.
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En realidad, sería mejor rehabilitar las seis refinerías existentes y no construir la nueva. Sin embargo, como mencioné, así es la política. Según algunas fuentes, rehabilitar las refinerías existentes proveería más gasolina que lo que producirá la nueva.
El problema de la industria de la refinación es antiquísimo. Pero, fue el gobierno anterior del expresidente Peña Nieto, el que cometió el brutal error de ceder el negocio de las gasolinas sin una planeación previa. Sin contar con un equilibrio competitivo entre las cadenas productivas. Por esta razón, hoy estamos viendo una parodia de lo que debería ser un mercado competitivo. Precios de las gasolinas aglutinados en torno a 20 pesos por litro y aumentando, nula diferenciación de productos y la extracción extraordinaria de rentas por parte de los gasolineros. Además de posibles prácticas anticompetitivas y colusión.
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Así lo predije que sucedería en mi columna de enero de 2017 , que la supuesta liberalización del precio de la gasolina hecha al aventón era simplemente una cesión de los derechos de la extracción de rentas.
Otro de los impactos de la liberalización de los precios de las gasolinas es económico, particularmente inflacionario. La mayor parte de los traspasos y alineamiento de precios que han ocurrido desde 2017, se deben al constante deslizamiento del precio de las gasolinas. Por ello, la meta de convergencia de inflación de 3% es imposible en un entorno de aumento progresivo de los precios internacionales del petróleo y de las gasolinas.
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Por esta razón es que el heroísmo quiere anteponerse a la ortodoxia. El asunto de las gasolinas y la verdadera libre competencia sí podrán ocurrir en el futuro, sin embargo, para ese momento quizá la gasolina comience a volverse obsoleta por la reconversión de los motores de los vehículos.
El bono político de la construcción de la refinería de Dos Bocas por parte del gobierno es la defensa de la soberanía energética, pero, sobre todo, la generación de 100,000 empleos que representarán 100,000 votos en 2024.
Finalmente, es importante señalar que el gobierno no ha agotado todos los medios técnicos para generar competencia en el mercado de las gasolinas de México.
El tema que ni la Secretaría de Hacienda ni la de Energía han podido resolver es cómo hacer para que los precios de la gasolina compitan. ¿Se puede? Por supuesto, pero primero hay que entender qué es un precio y cómo funciona. Sin embargo, por lo que se avizora, eso no será posible en los próximos años.
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