OPINIÓN: Emprendedor universitario, el trabajador del futuro
Nota del editor: Rafael Campos es Rector Institucional de Aliat Universidades. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) – Escritos como "Sálvese quien pueda" de Oppenheimer (2018), Jobs Lost, Jobs gained: workforce transitions in a time of automation, McKinsey & Company (2017) y The Future of work: Jobs and skills in 2030, UK Commission for Employment and Skills (2014) resaltan el gran reto que tiene la sociedad en general y universidades en particular de evolucionar la forma en la cual desarrollamos el potencial de las personas para la vida y para el mercado laboral.
De hecho, el crecimiento exponencial de las nuevas empresas y la transformación del trabajo presenta la desaparición de gran parte de los oficios vigentes. Sin embargo, recientes oportunidades laborales se están gestando hoy día que son la semilla de la definición de los nuevos puestos de trabajo del 2030.
OPINIÓN: La tecnología no desplazará al trabajador
Es importante que las universidades generen en los jóvenes la capacidad de acceso a nuevas oportunidades de empleo digno y productivo. Al hablar de dignidad me refiero a tener un salario que le permita calidad de vida, seguridad y posibilidad de crecimiento personal. Al señalar productividad, el enfoque es a una ocupación que genere riqueza para las corporaciones e impacte positivamente en el mercado y la sociedad.
Una de las estrategias más eficaces para lograr este objetivo es el esfuerzo conjunto entre gobierno, empresa privada y universidades. El gobierno marca la pauta general de desarrollo regional. La compañía proporciona la tecnología y los espacios de formación para los aprendices o nuevos puestos. Las universidades nos integramos en este espacio de productividad con la estructuración de las ciencias y las tecnologías integrándonos a las cadenas productivas.
OPINIÓN: Disrupción en tecnología a la vista
En este mismo orden de ideas, un modelo innovador en México, pero de gran trayectoria en las culturas de primer mundo, es la educación dual. El modelo francés y alemán dedican entre un 60% a un 75% del desarrollo profesional y de competencias para el trabajo de los “aprendices” dentro de las organizaciones. El resto del tiempo, entre un 40% a un 25% se complementa en forma conceptual y de desarrollo humano con sentido ético en los centros educativos. Los contenidos formativos se integran por las demandas nacionales, los aportes de las firmas y la sistematización de los centros de estudio.
Al final, el aprendiz concluye su programa con competencias para la realidad de las empresas, que es certificada por las universidades y la industria. De esta forma se integra en forma real y eficiente las demandas del mercado laboral con el crecimiento personal y profesional.
OPINIÓN: Innovación en México para enfrentar los problemas
Las instituciones educativas de enseñanza superior debemos de ayudar a cada estudiante que se integra a nuestros espacios a generar un sentido estratégico de su propia vida. Que emprendan desde sus propias fortalezas y pasión individual. Sólo con una visión emprendedora se genera el autoempleo como forma normal de generar el propio trabajo. De esta forma inculcamos la capacidad de reinventarse permanentemente y alinearse a los cambios persistentes de la sociedad.
Esto implicará una educación continua, certificación constante y adaptación permanente. Estamos en el mejor de los tiempos para expandir el potencial humano en el que la tecnología se humaniza y las personas nos 'tecnoformamos'. Este binomio persona – máquina genera una alianza de desarrollo con impacto en la productividad, la economía, el desarrollo de la salud y la construcción de un mejor mañana.
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