Lo que debería ser inaceptable para las marcas (y en realidad también para los consumidores), no es el concepto de publicidad per se, sino que se sigan haciendo las cosas como en el siglo XX. Con la cantidad de información, datos y tecnología de la que disponemos, seguir llenando de ruido publicitario los medios y la vida de las personas es como regresar a una actualización del concepto de “marketing myopia” que hizo famoso a Theodore Levitt en 1960.
Hoy disponemos de herramientas de inteligencia artificial para identificar segmentos de valor y contamos con plataformas de creatividades dinámicas, capaces de gestionar miles de versiones personalizadas de experiencias relevantes y contextuales para conectar con cada persona en lo que realmente puede serle de valor , y no mandar mensajes a las masas.
Pensaría que la industria de la publicidad está evolucionando de tal manera que es difícil augurar su fin. Y quizás seamos los profesionales del marketing que no seamos capaces de adaptarnos a un nuevo paradigma, los que estemos cerca del final…
Claro que, en este contexto, los medios también tienen un reto en la transformación que deben afrontar para seguir siendo relevantes para los anunciantes, incluso si son capaces de atraer grandes volúmenes de audiencia. Los anunciantes no van a seguir apostando por mucho tiempo en contenidos y soportes masivos de bajo valor, con escasa capacidad de medición y segmentación. De ello, espero hablarles en una próxima columna de opinión.
Nota del editor: Jordi Oliva es CEO de Zenith México. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión