Retirándonos de los escenarios especulativos, una situación que pudo paralizar a todo un país me llevó a reflexionar si estamos completamente conscientes sobre lo que representa estar tan vinculados a la tecnología, y hablo a nivel país pero sobre todo a nivel empresarial.
Los datos sobre las pérdidas económicas y operativas que dejan los ciberataques son variables, pero todos hablan de cientos de millones de dólares.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2018 los ataques informáticos representaban para el sector financiero mundial pérdidas estimadas a los 100,000 millones de dólares. Según la Organización de Estados Americanos (OEA), en México los ciberataques a empresas, y a entidades gubernamentales y privadas, pueden alcanzar de los 3,000 a los 5,000 millones de dólares al año.
Ante este problema mayúsculo, la pregunta va más allá de qué estamos haciendo para blindar a nuestras organizaciones. Hablo desde, ¿qué estamos aprendiendo de los piratas cibernéticos? Y lejos de la apoteosis de un grupo con malas prácticas, lo concibo desde el orden o la visión que puede pensarse desde su posición, ¿qué ven ellos que no vemos los demás?, ¿por qué somos vulnerables si estamos en las mismas condiciones, e incluso podemos tener mejores sistemas?, ¿cómo convertimos un riesgo en oportunidad?