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Desigualdad del ingreso

El 10% de la población más pobre tiene 20 veces menos ingresos que el 10% de los más ricos, una brecha abismal que imposibilita la movilidad social de los mexicanos, dice Alejandro Rosas.
sáb 30 noviembre 2019 07:30 AM
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Algunas personas reprueban que el gobierno destine recursos del gasto público a la población más vulnerable mediante programas de ayuda, aunque sin ese apoyo probablemente existiría un mayor número de personas en pobreza, dice Alejandro Rosas.

(Expansión) - La desigualdad del ingreso es un tema muy relevante pero poco estudiado por economistas y sociólogos. Para los tecnócratas neoliberales estudiar la desigualdad del ingreso no están relevante, ya que para ellos no existe un problema de “distribución” porque los mercados son asignadores eficientes, por lo que los individuos deberán desarrollar herramientas (capacitarse) para alcanzar un salario mayor.

Los tecnócratas neoliberales también tienen la creencia de que la única vía para aumentar el salario real es mediante un incremento de la productividad marginal del trabajo, idea que desde mi punto de vista no se cumple.

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El Índice de Productividad Laboral de las Manufacturas (IPLM), que mide el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) mostró un aumento promedio anual de 2.8% entre 2008 y 2018; mientras que los salarios avanzaron a una tasa de 1.1% en el mismo periodo. Es evidente que la productividad ha mejorado pero los salarios no.

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¿Pero qué tan desiguales están los ingresos?

Con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) que realiza el INEGI para el año 2018, el coeficiente de concentración de Gini fue de 0.47. Este indicador fluctúa entre 0 y 1, más cercano a 1 nos indica que hay una mayor concentración del ingreso.

Para entender mejor dicha cifra es importante mirar los ingresos promedio por decil en los hogares: El decil con ingresos menores de la población mexicana concentró únicamente en promedio 9,113 pesos mensuales considerando las trasferencias del gobierno, mientras que el decil más rico 166,750 pesos, lo que quiere decir que el 10% de la población más pobre tiene 20 veces menos ingresos que el 10% de los más ricos, una brecha abismal que imposibilita la movilidad social de los mexicanos y que por tanto se debe revertir con urgencia.

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En la opinión pública existen diálogos que “argumentan” (sin datos contundentes) que el hecho de que el gobierno destine una gran cantidad del gasto público a la población más vulnerable mediante trasferencias (becas, apoyos, etcétera) es algo equivocado que no incentiva el crecimiento económico, sin embargo, la realidad es que sin ese apoyo probablemente existiría un mayor número de personas en pobreza.

Por ejemplo: el 70% de la población en 2018 concentró el 39% de los ingresos totales, esto considerando las transferencias que proporciona el gobierno, si quitamos dicho apoyo, la participación del nivel de ingreso sumaría solo 35%. Mientras tanto, el 30% de la población más rica con y sin trasferencias apiñó el 65% y 61% respectivamente de los ingresos generados.

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Es evidente que el gasto que destina el sector público para el 10% de la población con menores ingresos es sustancial ya que representa el 65% de sus ingresos promedio, lo que mejora el nivel de ingreso de los habitantes y detiene la pobreza.

Otro punto importante que los tecnócratas repiten cotidianamente (aunque creen en un Estado mínimo) es el “cómo” los gobiernos deben ejercer su gasto público para acrecentar el desarrollo y crecimiento económico de la nación. En los últimos años los ingresos públicos han caído sustancialmente y la deuda pública se ha incrementado. Sin duda la política fiscal debería considerar como eje rector el aumento sostenido de los ingresos públicos e impuestos progresivos para combatir la desigualdad social y la pobreza de masas que permita una mejor calidad de vida de clase trabajadora, pero también es necesario que se incentive la inversión pública y se desarrollen proyectos de infraestructura que tengan un efecto multiplicador en el nivel de empleo, y por esta vía también se combata la pobreza, así como leyes que garanticen condiciones de empleo dignas y haya un efecto redistributivo que atenúe las asimetrías económicas y sociales.

Nota del editor: Alejandro Rosas es economista y colabora en del Área de Análisis de Expansión.mx . Síguelo en su cuenta de Twitter. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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