Finalmente, a través de la contraposición y comparación de ideas, así como la sinergia entre recursos y habilidades que poseen los equipos diversos, las empresas logran acuñar características que las habilitan para obtener resultados ambiciosos de maneras novedosas y efectivas.
Las barreras
No obstante las claras ventajas de incorporar el talento femenino en posiciones de liderazgo, el avance en este sentido es muy lento. Según el reporte de brecha de género elaborado por el Foro Económico Mundial, se estima que tomará más de 80 años lograr la equidad de género en los lugares de trabajo si seguimos a este ritmo. Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), indican que solo el 35% de los estudiantes matriculados en carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres.
¿Pero por qué se dificulta el acceso de las mujeres a los puestos directivos en las empresas? En primer lugar, la cultura empresarial asocia el rol tradicional de la mujer en el hogar como antagonista de su compromiso con la empresa, lo cual es un error: “¿Cómo una madre va a cumplir con las metas si tiene que ir por sus hijos a la escuela?”
Las indiscutibles brechas salariales entre hombres y mujeres desempeñándose en roles similares, las cuales pueden llegar a ser hasta de 30%, el bajo porcentaje de mujeres educadas en carreras científicas en comparación a la población masculina y el famoso concepto del techo de cristal, son todos aspectos que constituyen obstáculos para que podamos ver crecer el número de altas directivas en las corporaciones.
Nota del editor: Mónica Vera es Directora de TMF Group México. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
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