A pesar de las estimaciones de las calificadoras, los augurios de los malquerientes, el desborde de la fanaticada, las finanzas nacionales se comportaron dentro de los márgenes de la prudencia y salvo algunas ramas industriales afectadas por la falta de T-MEC o dependientes del presupuesto público, fue un año de cambio de gobierno. Nada más, pero nada menos.
¿Qué viene para 2020? Es probable que la recesión “media” en la que ya estamos dé señales de un enfriamiento mayor de la economía mundial, compensada por acuerdos progresivos entre China y Estados Unidos, ahora que los legisladores y autoridades norteamericanos decidieron separar lo financiero de lo político, de cara a sus complejas elecciones.
Europa seguirá administrando la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y sus ciudadanas y ciudadanos podrían darles una lección a sus políticos, votando por la permanencia, lo que relanzará la idea de un mercado común continental.
Negociadores de México, Canadá y EU dan último empujón al T-MEC
Esa cautela durante los primeros seis meses, más los programas, proyectos e inversiones comprometidas por el empresariado nacional, bien aprovechados, pueden hacer que México entre en un ciclo de crecimiento de un dos por ciento anual, al que podríamos sumar un avance notable en el desarrollo de miles de personas, gracias a los apoyos directos gubernamentales.
Será un segundo año de entendimiento, ya no exploración, con el nuevo gobierno y con los gobiernos antes en funciones. La incertidumbre irá a la baja, pero las expectativas crecerán, lo que siempre pone en aprietos a las administraciones públicas.