4. ¿Puede una empresa ser “la más mexicana” aunque sea precisamente en México donde menos invierte? México es uno de los países que más aporta utilidades al preponderante. Sin embargo, no parece ser su prioridad, pues es uno de los países en los que menos invierte. En 2018, el preponderante generó 36% de utilidades en México, porcentaje similar al 36% en Brasil, 40% en Ecuador y 45% en Colombia. Sin embargo, en estos países la compañía invirtió en promedio 17% como porcentaje de sus ingresos, más del doble que el 8% que invirtió en México.
Incluso, en países donde sus utilidades son menores a las generadas en México, como en Chile con 26%, Perú con 30% o Puerto Rico con 24%, la inversión como porcentaje de su ingreso es mucho mayor: 15% en promedio.
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5. ¿Compartir infraestructura desincentiva la inversión? Tanto la ley como la regulación establecen que el preponderante debe compartir su infraestructura, incluyendo dar acceso a su fibra a los demás operadores a cambio de una tarifa regulada. Desgraciadamente, en la práctica se ha obstaculizado el acceso a la infraestructura del preponderante. La revisión bienal de la efectividad de las medidas asimétricas que llevará a cabo el IFT abre la oportunidad de corregir los obstáculos que han impedido que se comparta esta infraestructura. En caso de lograrlo, se impulsarían tanto la competencia como la cobertura.
La compartición de infraestructura por parte del preponderante, lejos de ser una excepción, ha sido ampliamente utilizada en países que lograron reducir la excesiva concentración en telecomunicaciones y también aumentar la cobertura de las redes. En México, si el preponderante compartiera de manera efectiva su infraestructura, los demás operadores tendrían la oportunidad de invertir en lugares donde no hay cobertura. Como consecuencia, el preponderante tendría incentivos para hacerlo también.
En términos de competencia, cuando hay varios operadores en una misma localidad, los consumidores se benefician con mejores servicios y más opciones. En cuanto a eficiencia, construir una nueva red donde no se necesita, se traduce en un costo social que al final se transfiere al consumidor. Respecto de la cobertura, la fibra de otros operadores podría desplegarse en zonas insuficientemente cubiertas en lugar de tener que duplicar infraestructura en zonas donde el preponderante ya ha desplegado. En breve, ganaría el consumidor.
Si queremos que los beneficios para los consumidores sean sostenibles y continúen creciendo en el largo plazo, son necesarias medidas asimétricas que permitan crear una cancha pareja para competir, que eviten que el agente preponderante tenga ventajas indebidas y que incentiven la inversión. Si bien se han registrado logros en años recientes, es necesario reforzar la regulación actual para alcanzar una estructura de mercado que garantice los beneficios para los consumidores en el largo plazo. Una regulación asimétrica más rigurosa es la única solución para evitar que se repitan los daños a los consumidores que se observaron durante décadas.
En la industria de las telecomunicaciones estamos de acuerdo todos, menos uno.
Nota del editor: Mónica Aspe es Vicepresidenta de Asuntos Externos y Comunicación Corporativa de AT&T en México y Vicepresidenta de Telecomunicaciones de la CANIETI. Síguela en su cuenta @maspeb Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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