Las empresas o sectores productivos deben de replantear el modelo de negocios a fin de considerar a los trabajadores, clientes y comunidades donde operan, como “stakeholders” de las mismas, ofreciendo productos de calidad, de forma oportuna y a precio de mercado.
No es posible el esperar que limiten las utilidades que generan, pero sí el que encuentren la forma de tener un impacto social positivo con su operación.
Al hacer esto, el impacto en las comunidades de los programas de gobierno y la nueva visión de las empresas, habrá más dinero fluyendo en la economía y consumiendo productos y servicios de las empresas, se genera una sinergia positiva y un mayor bienestar.
Los sindicatos, y más ahora con la nueva reforma laboral, deben de asumir una visión auténtica de vigilar por los derechos de los trabajadores y sus ingresos por sueldo y prestaciones, fomentando la productividad de las empresas, no pretender asfixiar la rentabilidad de su fuente de trabajo, ya que sería contraproducente.
Henry Ford decía, y con mucha razón, que “el sueldo de los trabajadores debe ser pagado por la venta de productos y servicios de las empresas, no con el capital de los socios de las mismas”.
Los sociólogos, economistas y académicos aportan su conocimiento y experiencia a fin de apoyar de forma eficiente al diseño de estos cambios, de los programas de gobierno, de los sectores productivos y sindicatos.