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Los equipos de alto desempeño, ¿nacen o se hacen?

Pocas veces pensamos en la calidad humana dentro de los grupos de trabajo o en el impacto que el equipo tiene en las personas, opina María Inés Corva.
dom 01 marzo 2020 06:55 AM
Equipo de Alto Desempeño - equipos de trabajo - entrenamiento
La marca del líder será indispensable e inconfundible; luego se necesitan integrantes valiosos que sean capaces de dejar a un lado su propio brillo para buscar brillar como equipo, señala María Inés Corva.

(Expansión) – Hoy en día es muy común en las organizaciones el hablar de “equipos de alto desempeño” (HPT por sus letras en inglés). ¿Pero tenemos claro de qué hablamos cuando hablamos de equipos de alto desempeño?

Probablemente lo primero que nos viene a la mente es un equipo que alcanza sistemáticamente altos niveles de resultados, en idioma de los números. Los mejores números en ventas, el mayor alcance de personas en marketing, el menor número de litigios en legal, los estados financieros impecables en finanzas, etc.

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Pocas veces pensamos en la calidad humana dentro de estos grupos de trabajo, o en el impacto que este equipo tiene en las personas, tanto dentro del mismo como hacia el resto del entorno organizacional.

En su libro “Las cinco disfunciones de los equipos”, Patrick Lencioni (Editorial Empresa Activa, 2002) nos habla de los cinco elementos fundamentales que pueden colaborar a construir o destruir a un equipo de alto desempeño.

Recomiendo mucho la lectura de este libro, en él podrán ver que hablamos de un equipo cuando consideramos a una familia, un club deportivo, un conjunto cultural, una banda musical, o un equipo directivo en una organización. Y en la lectura vamos a descubrir que menciona temas cotidianos, cosas que pasan todos los días en la operación de cualquier conjunto que funciona coordinadamente para lograr un objetivo, del tipo que sea.

No es rocket science, pero brinda una luz extraordinaria sobre temas que solos no podemos ver en la mayoría de los casos.

Los últimos años he estado trabajando en el acompañamiento de estos equipos en diversas compañías. He tenido el privilegio de presenciar la transformación de las personas en conjunto con sus pares, para convertirse poco a poco en un HPT.

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Me he encontrado a lo largo del camino con líderes que eligen al “mejor elemento” para cada función dentro del equipo. Arman la combinación ganadora. ¿Qué podría salir mal, si cada uno es extraordinario en su área? Y sin embargo, luego de un tiempo, el equipo ganador hace agua por todas partes. Las encuestas de clima salen mal. Las evaluaciones de liderazgo dejan mucho que desear. La rotación en la segunda línea de reporte aumenta exponencialmente. Los números no son tan brillantes como esperamos.

¿Y ahora? ¿Qué hicimos mal?

Lencioni nos habla de una pirámide, en que la base es la confianza. Y no la confianza desde la credibilidad de las personas. Confianza desde la vulnerabilidad. Confianza que implica el poder equivocarme. Poder cometer errores y admitirlos en frente de mis pares. De poder reconocer en una junta que no tengo claro cómo lograr mis objetivos. Del permiso de ser humano. Imposible, ¿no? ¿Quién en su sano juicio haría semejante locura? ¿Cómo podría yo exponerme delante de otros y dejar que me devoren los tiburones? No, no es factible, ¿verdad?

Esa, queridos lectores, es la primera disfunción. Y sobre ella, la falta de confianza, se construye todo lo contrario a un HPT.

Dentro de estas experiencias que he podido compartir con equipos que buscan ser de alto desempeño he tenido grandes aprendizajes. Y he descubierto, para mi deleite, que cada equipo es único y con una riqueza invaluable. Sólo necesitan descubrirse, conocerse y conectarse. Desde la persona que soy, desde mi historia, desde lo que puedo traer a este conglomerado de intereses.

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Los equipos de alto desempeño no nacen, se hacen con trabajo, conciencia y sobre todo con mucha humildad. Se necesita antes que nada un líder que abra la discusión, que genere el espacio para la confianza y el sano conflicto. La marca del líder será indispensable e inconfundible.

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Luego se necesitan integrantes valiosos que sean capaces de dejar a un lado su propio brillo para buscar brillar como equipo. Factor nada fácil en las organizaciones de hoy en día. Particularmente en los ambientes de transformación que se viven hoy. Pero ese es otro tema.

Desde mi punto de vista, lo más importante en el descubrimiento de un HPT será el interés genuino por la persona, en todas sus dimensiones. Si logro conectar con quien está detrás del puesto, con su historia, con su trayectoria, con sus motivadores, entonces habré dado un paso enorme hacia la construcción de vínculos de éxito.

Entonces y sólo entonces, estaremos en camino de lograr transformarnos en un Equipo de Alto Desempeño.

Nota del editor: María Inés Corva es Coach Ejecutivo Estratégico Internacional, Conferencista y Consultora en Desarrollo Humano. Coaching Head y Fundadora de People Awareness en la Ciudad de México. Escríbele a ines.corva@pawaremx.com . Las opiones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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