Se requieren esquemas de producción eficiente, salarios justos, desarrollo tecnológico e innovación, el acceso al crédito y la formación de talento humano de alto nivel.
En el escenario internacional, México requiere diversificar la oferta exportable, dejando de concentrarla en el sector primario, extractivo y de bajo grado de sofisticación, hacia una oferta de productos de alto valor, capaz de integrarse en las cadenas globales de valor (CGV) e impulsar un mayor crecimiento de la productividad.
Hasta hoy el crecimiento económico en México ha sido insuficiente y ha retrasado la reducción de la pobreza y de la desigualdad del ingreso; esto implica que los niveles de pobreza y pobreza extrema posiblemente aumenten.
Los retos más urgentes son el fortalecimiento institucional en términos de modernizar los servicios públicos, la seguridad ciudadana, la justicia y la cooperación internacional; también el impulso a la productividad, que incluye la estabilidad macroeconómica, el crecimiento y el empleo, el desarrollo de infraestructura y las inversiones en ciencia, tecnología e innovación.
Finalmente, el impulso de políticas sociales capaces de promover la inclusión, la cohesión social, la equidad, la calidad de la educación y el acceso a servicios de salud dignos.
El rezago que hoy se observa en la disponibilidad de bienes para el desarrollo social de numerosos sectores de la población hace que los extremos de riqueza y pobreza que en el país prevalecen sean inusitados, visibles y amenacen no sólo el crecimiento mismo de la economía, sino también su posibilidad de combinar, como hasta la fecha, el crecimiento con la justicia social.
¿México es racista? | #QueAlguienMeExplique
Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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