Los esfuerzos para detectar casos de Covid-19 han sido fundamentales para combatir la propagación en etapas tempranas. Las autoridades, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta los gobiernos nacionales, han tenido que coordinar sus estrategias de transparencia y comunicación para manejar las expectativas de la población.
Alrededor del mundo universidades, oficinas públicas y escuelas han cerrado. También se han cancelado eventos masivos, además de que empresas y trabajadores han comenzado a adoptar medidas de aislamiento en la medida de lo posible.
En México la adopción de estos mecanismos para reducir el riesgo de contagio ha sido lento y probablemente no sea suficiente para contener el contagio en esta etapa. La descoordinación en la comunicación oficial ha dejado mucho que desear.
Los primeros casos registrados en México llegan en un momento crítico donde no existe claridad sobre la capacidad del sistema de salud nacional para soportar una pandemia de este tipo. Existen aún problemas de abasto y la infraestructura sanitaria probablemente no sea suficiente para una ola de casos que sature los sistemas de salud.
Por otra parte, los efectos económicos derivados de las medidas implementadas a nivel global para detener el contagio serán evidentes en poco tiempo. El distanciamiento social es necesario pero perjudicial para el crecimiento global.
Las empresas de servicios de alojamiento, restaurantes y otras empresas turísticas observarán los primeros efectos. El aislamiento disminuirá la demanda y consumo de las familias, pero también el trabajo a distancia o el cierre temporal de negocios limitará sus ingresos.