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Más focos rojos para 2020: coronavirus y petróleo

Los efectos económicos derivados de las medidas implementadas a nivel global para detener el contagio serán evidentes en poco tiempo, opina Luis Mauricio Torres.
jue 19 marzo 2020 11:58 PM

(Expansión) – En febrero presentamos cinco focos rojos para la economía mexicana que necesitaban ser atendidos durante 2020. Hoy a estos cinco factores de riesgo hay que sumar otros dos con potenciales efectos catastróficos para la debilitada economía mexicana.

OPINIÓN: Cinco focos rojos para 2020

1. El Covid-19 avanza con serias implicaciones para los sistemas de salud y la economía global. El mundo se aísla y toma medidas de respuesta ante una pandemia que tiene el potencial de colapsar el sistema de salud de cualquier país.

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Los esfuerzos para detectar casos de Covid-19 han sido fundamentales para combatir la propagación en etapas tempranas. Las autoridades, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta los gobiernos nacionales, han tenido que coordinar sus estrategias de transparencia y comunicación para manejar las expectativas de la población.

Alrededor del mundo universidades, oficinas públicas y escuelas han cerrado. También se han cancelado eventos masivos, además de que empresas y trabajadores han comenzado a adoptar medidas de aislamiento en la medida de lo posible.

En México la adopción de estos mecanismos para reducir el riesgo de contagio ha sido lento y probablemente no sea suficiente para contener el contagio en esta etapa. La descoordinación en la comunicación oficial ha dejado mucho que desear.

Los primeros casos registrados en México llegan en un momento crítico donde no existe claridad sobre la capacidad del sistema de salud nacional para soportar una pandemia de este tipo. Existen aún problemas de abasto y la infraestructura sanitaria probablemente no sea suficiente para una ola de casos que sature los sistemas de salud.

Por otra parte, los efectos económicos derivados de las medidas implementadas a nivel global para detener el contagio serán evidentes en poco tiempo. El distanciamiento social es necesario pero perjudicial para el crecimiento global.

Las empresas de servicios de alojamiento, restaurantes y otras empresas turísticas observarán los primeros efectos. El aislamiento disminuirá la demanda y consumo de las familias, pero también el trabajo a distancia o el cierre temporal de negocios limitará sus ingresos.

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Otros países han tomado medidas económicas para aminorar el efecto adverso de la pandemia. La Reserva Federal de Estados Unidos ha recortado su tasa de interés a cero, por ejemplo, pero se necesitarán estímulos adicionales. Países como México deberían implementar medidas como financiamiento para pequeñas y medianas empresas y transferencias directas a trabajadores de sectores afectados.

Lo preocupante es que las finanzas públicas del país se encuentran débiles para poder pensar en una política de gasto de gobierno que alivie los efectos económicos de esta crisis de salud.

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2. El precio del petróleo se desplomó más de 30% en marzo. Esto tiene serias implicaciones no solo para el sector petrolero mexicano, especialmente Pemex, sino para las finanzas públicas.

El presupuesto federal para 2020 estimó un precio del barril en 49 dólares, mientras que en últimas semanas ha cotizado en cerca de 25 dólares. Esta caída responde a dos factores.

El primero, una baja demanda por productos energéticos por la desaceleración que ha provocado el avance del coronavirus. El segundo es una guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita, en la cual la oferta de crudo se ha incrementado para reducir los precios internacionales con el objetivo de infligir pérdidas a competidores.

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Esta caída en los precios abona a la ya delicada situación financiera de Pemex. La petrolera nacional mexicana no tiene la capacidad para generar utilidades frente a este escenario de precios. La empresa productiva del Estado tendrá menos ingresos por ventas para hacer frente a sus costos y sus obligaciones con la hacienda pública.

El aparato gubernamental tendrá menos recursos para ofrecer servicios públicos, programas adicionales de asistencia y medidas para impulsar una economía desacelerada.

En conclusión, esta pandemia global amenaza una economía debilitada y el precio del petróleo pone en jaque los ingresos petroleros del Estado mexicano. La imprudente administración de las finanzas públicas y de los ahorros del gobierno también ha dejado sin armas al Gobierno Federal para implementar políticas contracíclicas que contrarresten una crisis inminente.

El escenario es más adverso de lo que se estimaba hace apenas unas semanas. El cambio de rumbo en la estrategia económica del país es impostergable.

Nota del editor: Luis Mauricio Torres Alcocer es Investigador del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Síguelos en su página y redes sociales: Twitter y Facebook . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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