1. La recesión económica de 2019 se puede explicar de diversas maneras, sin embargo, el diagnóstico más preocupante es que esta desaceleración es producto de factores internos. Por primera vez desde 1994 se registra una recesión económica que no responde a una crisis externa.
Las decisiones de política pública en México no han ofrecido certidumbre a los inversionistas y el manejo de las finanzas públicas tampoco ha sido óptimo. La cancelación del aeropuerto de Texcoco a finales de 2018 marcó el inicio de una caída importante en la confianza del sector privado.
Adicionalmente, los datos muestran una desaceleración pronunciada en sectores relacionados con el mercado interno (comercio al mayoreo, servicios de Gobierno y construcción), mientras que el crecimiento de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, sigue siendo sostenido y la entrada de remesas se encuentra en máximos históricos.
2. Pemex está en riesgo de recibir una baja en su calificación crediticia y convertirse en el emisor de bonos basura más grande del planeta. El Gobierno federal ha planteado rescatar a la petrolera estatal y proyectado metas de producción optimistas.
Sin embargo, en 2019 la empresa no cumplió con las expectativas de desempeño y aún no se observa una estrategia que busque modificar de fondo sus operaciones. Sin reformas importantes, Pemex no mejorará su situación financiera y sus niveles de producción seguirán siendo insuficientes.