Es aquí donde las historias de nuestros ancestros que hablaban de su participación en la Revolución o los testimonios de las personas que vivieron en situaciones de guerra, secuestro, violencia, extrema pobreza o aislados nos enseñan estrategias prácticas que los sistemas educativos omitieron enseñar.
Entre los grandes ganadores en este periodo de crisis se tienen: la revolución de la comida, selección de lo sano, natural, que permanece más tiempo con sus propiedades nutricionales. La expansión de interacciones personales mediadas por nuevas tecnologías de la comunicación como el home office, videoconferencias educativas, comercio en línea, telemedicina, terapia en línea, cine y teatro en casa, banca móvil, expansión de servicios de las Fintech, tecnologías de soporte al cliente.
Robótica y automatización para mantener los flujos de producción con menos individuos en planta, simplificación de cadenas de suministro, mantenimiento de flujos de productos de primera necesidad como alimentos, medicina, movilidad a centros de atención.
Ante esta realidad de adaptación permanente: ¿Cómo educar para la adversidad? Simplificando las competencias necesarias construyo un decálogo básico: