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Líderes vacíos

Una gran falta de liderazgo se percibe como una de las enfermedades que aqueja a los ciudadanos y a las naciones modernas, opina Carlos M. López Portillo.
dom 26 abril 2020 07:00 AM

(Expansión) – Son en los momentos de mayor complejidad cuando se pone a prueba la verdadera esencia de los líderes. Cuando predomina la obscuridad, el caos y la falta de entendimiento, serán ellos los que proveerán la luz que ilumina el camino hacia puerto seguro.

Es en estas crisis que implican dificultades y retos sin precedentes en donde la sabiduría, el temple y el pragmatismo del líder surgen, se extienden en su entorno y crean confianza y esperanza para sus representados.

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Nos encontramos ante un periodo histórico único y nunca antes visto. Pese a que anteriormente nuestro planeta ha sufrido de embates de magnitudes peculiares y similares, los ingredientes de la crisis que actualmente vivimos cuentan con características particulares: una conexión tecnológica muy desarrollada, una globalización consolidada, sistemas económicos y políticos interdependientes, polarización ideológica desmesurada, un desarrollo vanguardista de la medicina pero una infraestructura de salud limitada, una muy considerable desigualdad y pobreza extrema, sobrepoblación mundial, retos medioambientales urgentes, entre muchos otros.

No sabemos si los paradigmas que el día de ayer reinaban continuarán vigentes el día de mañana; el ambiente está cambiando a cada minuto y debemos adaptarnos para sobrevivir.

No sólo eso, debemos aprender de nuestros errores pasados para no repetir la historia y fracasar.

Desafortunadamente, nos hemos encontrado como sociedad universal con la constante decepción de que contamos con líderes vacíos en la actualidad. Una gran falta de liderazgo se percibe como una de las enfermedades que aqueja a los ciudadanos y a las naciones modernas.

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Muy pocos de ellos tienen una visión de futuro clara y que distinga al perfil promedio del perfil de estadistas que trasciendan sus tiempos. Las pasiones humanas frente al sueño de la permanencia en la memoria colectiva.

Son pocos y muy contados los verdaderos líderes políticos, sociales y empresariales que se han dejado ver en estos tiempos difíciles. Son más los ciudadanos de a pie los que han ocupado dicho espacio y enfrentado la situación de mejor manera: médicos, enfermeras, taxistas, policías, militares, chefs, activistas; los verdaderos héroes sin capa que han aportado con empeño y valentía su granito de arena.

Conscientes de que la tragedia saca lo mejor de los humanos, cada uno ha respondido socialmente de acuerdo a sus posibilidades, dando una muestra cálida de solidaridad y una enseñanza profunda a los grandes tomadores de decisiones, de que la unión verdaderamente hace la fuerza.

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Por ello la figura del líder debe transformarse, innovar, pasar de una retórica añeja a hechos y acciones concretas, medibles y eficientes que puedan distinguir la calidad del liderazgo. Éste debe basarse principalmente en el entendimiento holístico e integral del mundo y sus esferas de influencia, cómo interactúan y cómo se relacionan.

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Pero sobretodo, debe regirse por la sensibilidad y la humildad, elementos claves de esta figura, superando la soberbia, la arrogancia, la carencia de diálogo, el ensimismamiento ególatra y la ceguera del resentimiento.

No requerimos de mesías ni de charlatanes con pensamiento limitado y enano, sino de un grupo de perfiles profesionales, capaces de manejar y dirigir sus responsabilidades de manera íntegra y exitosa, con habilidades y talentos ordinarios y extraordinarios, con un ímpetu y un amor a la patria auténtico.

Un colectivo de líderes como generadores de conocimiento ante los desafíos, que unan sus esfuerzos hacia un objetivo en común: sentar las bases para la construcción del mañana y la formación de las nuevas generaciones.

Nuestras sociedades están cansadas de tener líderes vacíos. Lo único permanente es el cambio; es éste el que permitirá la evolución frente a nuevos retos. Yo desconozco si el líder nace o se hace; lo que tengo claro es que urgen ese tipo de seres humanos adelantados a su tiempo, patriotas, visionarios y humanos, aptos para emprender la conquista de un porvenir mejor.

Nota del editor: Carlos M. López Portillo Maltos se ha desarrollado en el ámbito profesional en temas relacionados con la inteligencia, geopolítica, migración, comunicación política y corporativa, medios y análisis político. Cuenta con la Licenciatura en Ciencias Políticas, del Tec de Monterrey, y una Maestría en Responsabilidad Social, de la Universidad Anáhuac del Norte. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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