La pandemia que sufrimos en estos momentos deberá traer consigo un impulso a la innovación, a la investigación y al desarrollo como nunca antes o no habremos aprendido nada de una inédita crisis sanitaria mundial que ya se extendió a la economía y a prácticamente todas las actividades humanas.
De acuerdo con los últimos reportes de los especialistas médicos, el coronavirus llegó para quedarse entre nosotros por un buen tiempo y corremos el riesgo de que para el otoño tengamos brotes de influenza estacional que se unan a una nueva corrida del virus que nos ha transformado como especie. ¿Estaremos preparados para entonces?
Desde el sistema financiero y hasta la industria hotelera pasarán por momentos críticos para tratar de salvar el año de la pandemia y es probable que no lo logren si caemos en las mismas rutinas sociales de antes. Es decir, tendremos que adoptar medidas de higiene y de prevención nos guste o no y varios sectores económicos deberán ajustarse a ellas.
Y luego vendrá la manera en que debemos modificar nuestra idea global de capitalismo, herida de muerte por el COVID-19, que deberá incluir condiciones laborales, de salud pública, de educación y seguridad diametralmente distintas a las que conocemos, si no queremos que la próxima enfermedad colapse sin remedio cualquier noción de industria, ya sea de productos o servicios.
Uno de los obstáculos que ha prolongado el aislamiento social es la concentración de algunos grandes jugadores en sectores prioritarios y de impacto general como el farmacéutico, el transporte, las aerolíneas, las cadenas de supermercados y los hospitales privados.