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Aquí hay varios problemas. En primer lugar, el fondeo estará disponible para instituciones bancarias, las cuales atienden principalmente a las empresas más grandes; no se considera otro tipo de intermediarios como sofipos, cajas de ahorro y, mucho menos, empresas fintech, que sirven a la base de la pirámide y a negocios pequeños y medianos.
Adicionalmente, las reglas establecidas estipulan que los créditos (y las empresas que se apoyen con estos fondos) deben ser de una alta calidad crediticia, superior a “A” en escala nacional. De entrada, muy pocas empresas en México tienen una calificación crediticia y, aún en épocas normales, menos todavía pueden alcanzar una calificación elevada.
Lo que podemos esperar entonces es que los apoyos se concentren en grandes empresas, especialmente aquellas que, por sus capacidades o por el tipo de servicios que proveen, sean las menos afectadas por la crisis y, por lo tanto, las que menos apoyos necesiten. Evidencia anecdótica muestra que, a pesar de las medidas anunciadas, los bancos están cada vez más renuentes a otorgar créditos nuevos, inclusive a empresas sólidas que en otros momentos no hubieran tenido problemas en acceder a financiamiento.
Esto no se debe interpretar como una crítica a Banco de México, que a final de cuentas debe cuidar de la salud de largo plazo del sistema bancario y sería sumamente irresponsable que sus acciones aumentaran la fragilidad de los bancos, lo que, eventualmente, haría necesario un rescate.
Más bien, seamos conscientes de las limitaciones inherentes de la política monetaria y crediticia en una situación como la actual, en la que muchas empresas están al borde de la quiebra no por falta de crédito, sino por un gobierno que no las deja operar y generar ingresos pero que, por otro lado, es implacable en cobrar la mayor cantidad de impuestos posibles.
Un gobierno actuando como un Shylock que exige le paguen la “libra de carne” que le deben, aunque el cumplimiento de esa obligación implique la muerte de quien debe pagar.
Nota del editor: Rafael Ramírez de Alba es profesor del área de Entorno Económico de IPADE Business School. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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