¡Urge revolucionar a las universidades!

Los jóvenes requieren de una oferta formativa más robusta, eficiente, conectada con la realidad y cuyos costos de acceso ofrezcan alternativas para todos, opina Juan Saldívar.

(Expansión) – Tengo 54 años. Recuerdo con cierta nostalgia aquella época en que las universidades se preocupaban por atender, procesar y administrar la incertidumbre de quienes estábamos por escalar el último peldaño hacia la vida laboral. En ese pasado no muy lejano, los alumnos confiaban en la capacidad de los maestros y las universidades para prepararlos y guiarlos en su camino a la independencia, preludio de la plenitud. Iniciábamos con emoción esa nueva etapa, en parte porque la felicidad prometía estar a nuestro alcance: bastaba con tener un título en la mano.

Hoy, la realidad no podría ser más distinta. Pareciera que los centros universitarios y su profesorado están de espaldas a la ola del “futuro”, empecinados en construir castillos de arena con modelos educativos del pasado, privilegiando la cantidad de alumnos y la publicación de ensayos sobre las transferencia de destrezas a sus clientes, los alumnos. Además, las universidades se han tornado en instituciones poco empáticas, apática en cuanto a la importancia de la inteligencia emocional y con modelos rígidos de pago. Algunas, de plano desafían la factibilidad en cuanto a precio-beneficio.

Aclaro que no soy un experto en educación. Sin embargo, recluto continuamente talento; soy consultor (entre otras cosas) de diseño estructural, gobierno corporativo y rendición de cuentas; soy socio de una firma de reclutamiento de personal y me declaro un fanático del poder que tenemos las personas por transformarnos y beneficiar nuestro entorno.

Además, tengo varios hijos por entrar al mundo laboral y para ser francos, si tuviera su edad estaría abrumado y angustiado; me sentiría en un túnel oscuro, tanteando entre la penumbra para intentar descifrar cuál de entre las diversas ofertas académicas es la más conveniente en un mundo conectado, sujeto a un cambio incesante. ¿Cómo prepararse para un mundo laboral incierto que, además, se adentra en lo que amenaza ser el desastre económico, de salubridad, político y de injusticia social más severo en décadas?

Para hacer frente a este momento, las universidades son un agente crítico de cambio y una plataforma de construcción de valores y conocimiento. Es indispensable que se alcen a la altura de las circunstancias para mantener su relevancia, replanteando sus modelos de negocio y de servicio a la sociedad. Para esto, propongo 12 acciones que, a mi entender, son impostergables para las instituciones de educación y que incrementarían la probabilidad de éxito personal y profesional de sus alumnos.

Graba en piedra valores universales. Los alumnos deben de aprehender valores sólidos que promuevan la justicia, honestidad, generosidad, protección al medio ambiente y el cumplimiento de su palabra, entre otros. Gracias a los valores, las sociedades se sostienen a través del tiempo pues delimitan el marco de acción de cada individuo en su vida cotidiana. Aquí quiero resaltar algo indispensable ante la realidad mexicana: la educación superior debe ser enfática en sensibilizar a los alumnos ante la injusticia e inscribir en su sistema de valores un compromiso firme con retribuir a los menos protegidos.

Garantiza habilidades útiles y con amplio mercado. Está comprobado que el nivel de ingresos de los egresados universitarios está relacionado con lo que “saben hacer” y no con el título que ostentan. Es fundamental desarrollar destrezas específicas que forman parte de las necesidades básicas del mercado: marketing digital, cálculo estructural, programación, contabilidad, finanzas. Sin embargo, estas destrezas no deben restar importancia a un desarrollo integral de conocimientos universales y culturales, también críticos para discernir entre lo bueno y lo malo, lo que conviene y lo que no.

Incluye actividades que promuevan el relacionamiento humano en todas las materias. Fomentar y propiciar el desarrollo, la experiencia y la capacidad para trabajar en equipo incide directamente en el crecimiento personal. Todas estas habilidades son necesarias para desarrollar liderazgo y disciplina; esto es clave para cumplir con procesos y procedimientos que permiten alcanzar metas y compromisos en tiempo y forma. En la gran mayoría de las contrataciones o decisiones de promoción dentro de una organización, los superiores evalúan las capacidades para tomar decisiones justas, de liderazgo y trabajo en equipo.

Instrumenta programas para mejorar las habilidades de comunicación de los alumnos. Éstas serán el motor que impulse su crecimiento o el freno que los detenga. Saber escribir una carta, hacer una presentación, hablar en público para vender una idea, le permitirá a los jóvenes sobresalir en su camino al éxito. Contar con un equipo y un departamento especializado en temas de comunicación será decisivo para los alumnos (o clientes). También parte de estas habilidades de comunicación son el dominio de inglés, la comunicación no verbal, el uso de herramientas tecnológicas básicas y el conocimiento de metodologías inductivas y deductivas para la transmisión, venta y explicación de ideas.

Incluye problemas y desafíos tomados de casos reales para que los alumnos los solucionen. Al menos la tercera parte de los programas educativos debería estar centrada en solucionar problemas reales. Los jóvenes del mañana no tendrán el tiempo para que sus jefes o clientes les brinden la oportunidad de aprender a través de sus errores o con calidad intermedia (curva de aprendizaje). Los programas de estudios deben motivar a que los alumnos propongan soluciones prácticas, ejecutables y pragmáticas con recursos escasos y, tal y como en la vida, con información incompleta. Para ello, es necesario desarrollar el pensamiento crítico y analítico de los egresados, ingredientes indispensable para crecer en el tiempo.

Equilibra desde su diseño entre programas presenciales, grupales y/o remotos para alumnos y profesores. Hoy, más que nunca, las escuelas deben de ajustar y flexibilizar la exigencia de asistir de forma presencial a las aulas, implementando esquemas mixtos y virtuales para su alumnado. Una combinación ad hoc tendría además beneficios añadidos como incrementar la capacidad física de la universidad, reducir los costos de transporte de los alumnos, abrir espacios para profesores remotos y reforzar habilidades críticas que faciliten el desarrollo del conocimiento.

Fortalece las áreas de bolsa de trabajo y relación con empresas. Promover y facilitar programas de empleo para los alumnos es quizás uno de los objetivo más importantes de toda institución académica. De ahí la importancia de nombrar a una persona dedicada, que cuente con: experiencia; una extensa red de contactos a nivel empresarial; capacidad para liderar programas de desarrollo de proyectos de consultoría maestro-alumno-empresa; fortalecer bolsas de trabajo; así como establecer alianzas de investigación, desarrollo de propiedad intelectual y crecimiento internacional. El indicador más importante para una escuela debería ser el porcentaje de colocación de sus alumnos y el salario promedio de salida. ¿Cómo evalúas hoy la relación de tu escuela y el sector empresarial o mercado laboral?

Recluta profesores con experiencia y casos de éxito comprobables. Continúo sin comprender por qué algunas universidades priorizan el número de publicaciones sobre la transmisión directa de conocimientos cuando se trata de premiar a profesores con privilegios de largo plazo. En este sentido, recomiendo redefinir los indicadores de desempeño de los maestros para centrarlos en la satisfacción de la calidad pragmática de sus servicios y habilidades. Es fundamental, también, atraer a más líderes académicos que hayan experimentado el vivir y trabajar en la economía real; profesores con comprobada historia laboral centrada en valores universales y conocimientos del futuro como ciencia de datos, marketing digital, nanotecnología, inteligencia artificial. Atrévete a incorporar nuevo talento y añade transparencia e indicadores claros para refrescar aquellas sillas sobre las que descansan el futuro y los nuevos mecanismos de aprendizaje.

Establece un área digital y tecnológica que sea la envidia de la competencia. Su líder deberá ser una persona que entienda el ecosistema global de la educación en línea, con probada experiencia en la administración integral de plataformas tecnológicas, datos, marketing digital y sistemas a escala. El líder digital y su equipo deberán elaborar un plan para definir la plataforma de crecimiento; formalizar procesos; administrar bases de datos (de alumnos, mercado, profesores, indicadores financieros, productividad, entre otros) y medir la productividad de tu sistema de manera integral.

Utiliza machine learning para ofrecer un servicio de calidad e individualizado. Existen hoy múltiples plataformas en el mercado que ofrecen versatilidad al sector educativo: herramientas que permiten a cada alumno avanzar a distintos ritmos, o funcionalidades para que los profesores adecúen los contenidos de forma eficiente. Al adoptar estas tecnologías, las escuelas podrán también dejar atrás el concepto de “pasar un examen”, para enfocar sus esfuerzos en que se domine un tema, o bien analizar el comportamiento de los alumnos para maximizar su porcentaje de graduación y conseguir una mezcla ad hoc de materias.

Bien utilizadas, las nuevas tecnologías permitirán mejorar procesos y contenidos de forma inteligente, lo que derivará en una mejor oferta de sus servicios para un mayor número alumnos y la creación de modelos flexibles de pago. Por último, es fundamental trabajar en esto en paralelo con el punto anterior para implementar modelos híbridos que maximicen el aprendizaje sin descuidar los factores de relacionamiento humano, necesarios durante los años universitarios.

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Impregna en tus alumnos los conceptos de felicidad, satisfacción personal, autoaprendizaje y resiliencia. El mercado laboral sufrirá cambios radicales que derivarán en la necesidad de nuevas destrezas. La velocidad a la que avanzan y se exige el dominio de las nuevas tecnologías se ha convertido en una enorme fuente de estrés y ansiedad para la gran mayoría de los estudiantes. Más que nunca, el desarrollo de talento debe procurar el sentido de pertenencia y mantener su enfoque en forjar personas felices, satisfechas y con compromiso social.

Asegúrate de tener al Director o Rector adecuado y un Consejo de Administración de calidad mundial, útil y complementario. Si el Rector no entiende y abraza el futuro, es necesario cambiarlo. Habrá una diferencia profunda y sustantiva entre el perfil ideal del director académico antes y después del 2020. Es imperativo que abrace las bondades operativas de la tecnología, tenga experiencia en el mundo real y promueva la atracción de talento sofisticado y probado. De la misma forma, el Consejo de Administración de un centro educativo del futuro deberá mantener un balance adecuado entre todos los aspectos de la institución: desde la calidad de los contenidos; pasando por los procesos operativos, los enlaces empresariales y las alianzas internacionales, hasta velar por la capacidad de innovación.

Estas recomendaciones buscan provocar la discusión y empujar hacia la toma de decisiones que beneficien a los 4.2 millones de estudiantes de nivel superior en nuestro país. Creo que estas ideas pueden incluso incrementar la probabilidad de supervivencia de muchas de las 5,400 universidades en México, de las cuales 3,160 son privadas. Es indudable que tenemos los recursos y talento para convertirnos en líderes dentro de la industria del conocimiento. ¡Vamos! Sé que podemos actuar rápido y encontrar la luz del éxito al final de este oscuro túnel de incertidumbre y crisis.

Nota del editor: Juan Saldívar es consultor de negocios, inversionista y experto en medios y mercadotecnia. Su pasión está en el futuro de las marcas, el comercio, el diseño estructural y el reclutamiento de posiciones críticas para el futuro del trabajo. Síguelo en Twitter como

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