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Los bots no son el diablo. ¡Son los políticos!

Las redes despliegan amables conversaciones de la vida, pero todo se descompone cuando de política se trata y es entonces cuando vienen las peligrosas confusiones, opina Jonathán Torres.
lun 01 junio 2020 11:01 PM

(Expansión) – El político quería comerse vivo a quien se había atrevido a decirle que su estrategia era una basura. “Esas son porras artificiales, no un diálogo con la gente”, le soltó el experto en redes sociales al dirigente de un partido, quien reviró desafiando a su interlocutor con un comentario que refleja de pies a cabeza el pensamiento que los políticos tienen de la interacción con las audiencias: “¡Cómo es posible que digas que las tendencias no son el objetivo! ¡Son lo único!”.

La vida política de estos tiempos es muy cruda. El proselitismo a ras de suelo se evapora frente a esos personajes que piensan que manipular una conversación en redes es suficiente para ganar millones de votos o hacer pedazos a su contrario. Y recurren a estrategas en conversaciones artificiales que hoy no se dan abasto. “Para lograr una tendencia atacando a alguien tienes que utilizar bots y eso te cuesta 100,000 pesos”, dice José Erosa, director de Blackytics. “Pero si quieres ayuda de influencers el servicio puede cotizarse hasta en 2 millones de pesos”.

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Los caminos rumbo a lo que se ha hecho llamar la cuarta transformación han provocado el abuso de mensajes automatizados. Ningún político se escapa. Podríamos contar con los dedos de una mano a los que no han recurrido a ello. Con sus tonos, las solicitudes van a dos destinos: denigrar o enaltecer el modelo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Quienes se encargan de ejecutar estas prácticas reconocen que todos los partidos destinan recursos para estas campañas: “El partido que no esté utilizando bots no llegará a la gente que tiene que llegar, sinceramente”, asegura José Erosa. “Si un político no los usa, su contrincante lo atacará por ahí. Ya no existe esa manera de hacer proselitismo, tocar puertas y sudar la camisa”.

Las redes despliegan amables conversaciones de la vida, pero todo se descompone cuando de política se trata y es entonces cuando vienen las peligrosas confusiones. La semana pasada, el presidente informó que prepara un informe para conocer el origen de estas herramientas de propagación en redes y pidió a Twitter y Facebook que digan quiénes son los que compran bots. “Resulta que México es de los países donde más se trafica con lo de los bots", acusó.

Los bots entendidos como un proceso de automatización para amplificar una conversación no son necesariamente malos. Muchas agencias de publicidad o marketing recurren a ellos, para tener un mayor alcance en sus mensajes de promoción. El problema es que últimamente a todo se le llama bot, incluso a una persona que expresó con rudeza su comentario pero que no gustó; lo que sí es reprobable es la automatización para manipular una conversación y la coordinación con personas que ponen al servicio del mejor postor su influencia entre los usuarios.

Pero tiene razón el presidente: ¿quién está sacando la chequera para contaminar una conversación? La ruta del dinero nos llevaría a varios lugares pero, paradójicamente, muchos apuntarían hacia las oficinas de los políticos que reciben recursos públicos, por lo que bastaría ponerle energía a la fiscalización para detectar a los que ya no quieren hacer uso de discursos convincentes. Por ahí habría que rascarle y seguro se detectará que el dinero para las automatizaciones maliciosas proviene de políticos contrarios. Y también de fuego amigo.

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Twitter se considera como una plataforma que no analiza bandos, sino simplemente para servir a la conversación pública. “Pero no puede haber salud en la conversación si quienes hacen uso de la palabra lo hacen de forma abusiva; tenemos que generar este balance donde podrás decir lo que quieras, siempre y cuando no haya un comportamiento que incite a la violencia, a la suplantación de identidad, a compartir datos privados”, dice Hugo Rodríguez, gerente de Políticas Públicas para México y América Latina de Habla Hispana de Twitter.

Facebook presume tener un sistema de inteligencia artificial que elimina cuentas falsas con una eficiencia superior al 99%, antes incluso de que intenten hacer una publicación. “No debes crear un perfil con el que pretendas ser otra persona; publicar imágenes que es probable que resulten engañosas”, dice en su apartado de Normas Comunitarias.

La fábrica de información política maliciosa se intensificará. Hoy, por ejemplo, la reactivación de la economía y de las giras presidenciales serán tendencias; algunos comentarios provendrán de personas que naturalmente estarán a favor y en contra, pero habrá otros que serán automatizados por instrucciones de políticos afines o contrarios al gobierno. El presidente cuestionará la crítica, dirá que son bots, pero vale la pena formular algunas preguntas muy ingenuas: ¿AMLO acepta la crítica de usuarios con nombre y apellido? ¿En verdad cree que detrás de todo cuestionamiento a su gestión hay un robot? ¿Y entre los que le aplauden no hay bots?

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Esta narrativa en la que se piensa que todos son bots está alimentando muchísimos peligros. Se corre el riesgo de estigmatizar la conversación en las redes, sembrar la idea de que todo es manipulado y, entonces, vendrá algo mucho peor: se denostará fácilmente la crítica, la libertad de expresión, venga de donde venga; los amantes de la conversación maliciosa se empoderarán y la conversación pública se apagará. Los bots son una cosa, su abuso otra, la manipulación con influencers pagados también, pero son muchas más las personas que legítimamente comparten sus opiniones y aspiran a una conversación con estridencia pero frontal y respetuosa.

“Bajo el argumento de ser bot, se descalifica la opinión del otro. Pero el ambiente digital es mucho más diverso que eso. Quien pierde es el usuario que quiere tener un foro de opinión. Lo que se ha incentivado es un estado de confusión y la radicalización de las ideas”, sostiene Leo García, experto en redes sociales. “Lo que nos queda es hacer conciencia del usuario, no desde las filias o las fobias; que podamos tener un mejor discernimiento de la información que consumimos, ya sea por su simplicidad o su sofisticación”.

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Twitter, cada 6 meses, elimina en todo el mundo casi 97 millones de cuentas calificadas como automatizaciones maliciosas y recientemente lanzó un programa piloto en un universo limitado de usuarios para que puedan controlar su conversación y dispongan de herramientas que les permitan decidir con quién quieren compartir sus opiniones. Facebook, en los últimos dos años, triplicó su número de empleados en seguridad, pasando de 10,000 a más de 30,000.

Tomémosle la palabra al presidente cuando dice que sigamos la ruta del dinero. Que alce la mano el político que esté libre de culpa. También, que aquellos que buscan un cargo entiendan que es más redituable hacer trabajo de campo, no convencer a los ya convencidos sino someterse a un serio debate de ideas con los indecisos. Nosotros, los usuarios, tener más perspectiva de los fenómenos y no dejarnos atrapar por el estruendo de quienes pretender confundir y polarizar.

Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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