Los caminos rumbo a lo que se ha hecho llamar la cuarta transformación han provocado el abuso de mensajes automatizados. Ningún político se escapa. Podríamos contar con los dedos de una mano a los que no han recurrido a ello. Con sus tonos, las solicitudes van a dos destinos: denigrar o enaltecer el modelo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Quienes se encargan de ejecutar estas prácticas reconocen que todos los partidos destinan recursos para estas campañas: “El partido que no esté utilizando bots no llegará a la gente que tiene que llegar, sinceramente”, asegura José Erosa. “Si un político no los usa, su contrincante lo atacará por ahí. Ya no existe esa manera de hacer proselitismo, tocar puertas y sudar la camisa”.
Las redes despliegan amables conversaciones de la vida, pero todo se descompone cuando de política se trata y es entonces cuando vienen las peligrosas confusiones. La semana pasada, el presidente informó que prepara un informe para conocer el origen de estas herramientas de propagación en redes y pidió a Twitter y Facebook que digan quiénes son los que compran bots. “Resulta que México es de los países donde más se trafica con lo de los bots", acusó.
Los bots entendidos como un proceso de automatización para amplificar una conversación no son necesariamente malos. Muchas agencias de publicidad o marketing recurren a ellos, para tener un mayor alcance en sus mensajes de promoción. El problema es que últimamente a todo se le llama bot, incluso a una persona que expresó con rudeza su comentario pero que no gustó; lo que sí es reprobable es la automatización para manipular una conversación y la coordinación con personas que ponen al servicio del mejor postor su influencia entre los usuarios.
Pero tiene razón el presidente: ¿quién está sacando la chequera para contaminar una conversación? La ruta del dinero nos llevaría a varios lugares pero, paradójicamente, muchos apuntarían hacia las oficinas de los políticos que reciben recursos públicos, por lo que bastaría ponerle energía a la fiscalización para detectar a los que ya no quieren hacer uso de discursos convincentes. Por ahí habría que rascarle y seguro se detectará que el dinero para las automatizaciones maliciosas proviene de políticos contrarios. Y también de fuego amigo.