Twitter se considera como una plataforma que no analiza bandos, sino simplemente para servir a la conversación pública. “Pero no puede haber salud en la conversación si quienes hacen uso de la palabra lo hacen de forma abusiva; tenemos que generar este balance donde podrás decir lo que quieras, siempre y cuando no haya un comportamiento que incite a la violencia, a la suplantación de identidad, a compartir datos privados”, dice Hugo Rodríguez, gerente de Políticas Públicas para México y América Latina de Habla Hispana de Twitter.
Facebook presume tener un sistema de inteligencia artificial que elimina cuentas falsas con una eficiencia superior al 99%, antes incluso de que intenten hacer una publicación. “No debes crear un perfil con el que pretendas ser otra persona; publicar imágenes que es probable que resulten engañosas”, dice en su apartado de Normas Comunitarias.
La fábrica de información política maliciosa se intensificará. Hoy, por ejemplo, la reactivación de la economía y de las giras presidenciales serán tendencias; algunos comentarios provendrán de personas que naturalmente estarán a favor y en contra, pero habrá otros que serán automatizados por instrucciones de políticos afines o contrarios al gobierno. El presidente cuestionará la crítica, dirá que son bots, pero vale la pena formular algunas preguntas muy ingenuas: ¿AMLO acepta la crítica de usuarios con nombre y apellido? ¿En verdad cree que detrás de todo cuestionamiento a su gestión hay un robot? ¿Y entre los que le aplauden no hay bots?
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Esta narrativa en la que se piensa que todos son bots está alimentando muchísimos peligros. Se corre el riesgo de estigmatizar la conversación en las redes, sembrar la idea de que todo es manipulado y, entonces, vendrá algo mucho peor: se denostará fácilmente la crítica, la libertad de expresión, venga de donde venga; los amantes de la conversación maliciosa se empoderarán y la conversación pública se apagará. Los bots son una cosa, su abuso otra, la manipulación con influencers pagados también, pero son muchas más las personas que legítimamente comparten sus opiniones y aspiran a una conversación con estridencia pero frontal y respetuosa.
“Bajo el argumento de ser bot, se descalifica la opinión del otro. Pero el ambiente digital es mucho más diverso que eso. Quien pierde es el usuario que quiere tener un foro de opinión. Lo que se ha incentivado es un estado de confusión y la radicalización de las ideas”, sostiene Leo García, experto en redes sociales. “Lo que nos queda es hacer conciencia del usuario, no desde las filias o las fobias; que podamos tener un mejor discernimiento de la información que consumimos, ya sea por su simplicidad o su sofisticación”.