Debemos comenzar con miras hacia identificar que somos humanos como una entidad digitalizada, por ello esas normas de convivencia, interacción social y particularmente respeto hacia los cercanos se deben trasladar al ciberespacio, entendiendo que el comportamiento es la base de todo vínculo.
Desde hace más de una década, en los años 90´s, comenzaron a difundirse los primeros parámetros de la netiqueta, los mismos que hacían referencia a las normas de comportamiento entre usuarios por medio de internet, desafortunadamente muchos usuarios han dejado de lado el adentrarse en estos temas, los cuales deberían ser base de la formación en aulas para los estudiantes de niveles básicos, con su respectiva actualización sobre el comportamiento y relaciones entre usuarios acorde a las situaciones digitales que imperan en el momento, pues no es la misma situación tecnológica de hace más de 20 años.
Esas reglas olvidadas y desconocidas por muchos se deben convertir en el pilar de la estandarización de todos los usuarios, algo que pareciera tan simple, pero tan utópico de alcanzar es un completo reto digital; por ejemplo, en las escuelas podría darse este conocimiento en las materias tecnológicas, en las empresas establecer un decálogo de buen uso digital entre usuarios y en el gobierno dentro de cada dependencia definir un punto de comportamiento ético por medio de los canales tecnológicos oficiales y el estatuto reglamentario de convivencia digital como usuarios y hacia los otros usuarios.
Lo anterior implica diversas dificultades, la mayoría subsanable, ya que no se habla de una cuestión de infraestructura, inversión o costo, pues, se refiere a una total cuestión de ética y moral que se cimienta desde cualquier punto donde nos convertimos en usuarios, la mayoría de esos valores reflejados en el ciberespacio deberían tener un origen desde casa al entender que una formación acorde al respeto mantiene vínculos firmes. Quizá para las instituciones recibir capacitaciones de la mano de especialistas en la materia podría ser un buen paso para adentrarse a este mundo de normas establecidas con un desfase de varios años.
Sobre los retos en diversos ramos, el más complicado de atención es el de servidores públicos y adultos mayores, usuarios que se vuelven reacios a la tecnología pero de algún modo la usan, los primeros mencionados delegando todo a los departamentos de informática, cosas que para un niño nativo digital sería cuestión simple como una instalación del software más reciente de videollamadas, los segundos relacionados a las TIC por ocio, o imperado por los cercanos, sean redes sociales o por disfrute de contenido multimedia.
Esto viene a ser un problema mayor, pues la premisa anterior no indica que solo por conocer del uso, este sea correcto sin importar la edad o cargo real del usuario, por ende, se desconoce que existen formas de comportarse con otros en internet.