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¿Ayuda realmente la pandemia a detener el cambio climático?

El mundo está en riesgo por el cambio climático continuo, independientemente de cualquier caída temporal de las emisiones debido a la epidemia de coronavirus, opina David Duque.
vie 10 julio 2020 12:07 AM

(Expansión) – El COVID-19 ha suspendido la rutina diaria en todo el mundo. Con la atención de todos ahora centrada en combatir el virus, ¿qué significa esto para la lucha contra el cambio climático? Irónicamente, la pandemia está haciendo más por el clima y las del aire y agua que cualquier política ambiental en los últimos 30 años.

En tiempos de pandemia mundial, nos damos cuenta que el COVID-19 ha jugado un papel como cineasta, proyectándonos un escenario único donde las políticas enfocadas a combatir el cambio climático fueran aplicadas en su totalidad con menos emisiones y con mayor conciencia ambiental.

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Casi un tercio de la población mundial está ahora encerrada. Debido a que las personas no pueden abandonar sus hogares y la mayoría de los planes de viaje se cancelan o posponen, la disminución significativa en el uso del transporte, incluidos los viajes regulares en automóvil, vuelos comerciales, cruceros y autobuses, le está dando al planeta un respiro muy necesario.

Estas medidas han sido drásticas y gracias a ellas hemos podido retrasar el esparcimiento del virus. Estas acciones de los gobiernos para mitigar al virus tiene beneficios ambientales, pero a largo plazo esta no es una política sostenible. La caída de las emisiones de carbono vinculadas a COVID-19 no detendrá el cambio climático ya que solo representa un 17% de las emisiones dentro de las ciudades, para todos los países que deciden tomar su propio camino en función de intereses a corto plazo, en lugar de llegar a un entendimiento común.

Cuando se reduce el uso de energía y la producción industrial tiene estos beneficios ecológicos, pero lo más importante para observar es que esto está sucediendo de una manera caótica y no planificada lo que está dañando la vida de las personas. Nunca defenderemos tal cosa.

Necesitamos un enfoque planificado para reducir la actividad industrial innecesaria que no tiene conexión con el bienestar humano y que beneficia desproporcionadamente a las personas ya ricas en comparación con las personas comunes. Hay formas mucho más equitativas, justas y cuidadosamente planificadas para abordar este tipo de problema.

Ya que es un breve instante que solo durará poco ya que a nivel global sólo han disminuido muy poco las emisiones —entre 5.5 y 5.7% en los niveles de dióxido de carbono— debido a la pandemia, en cuanto la economía mundial comience a recuperarse del coronavirus, se espera que las emisiones vuelvan a la normalidad. Incluso podría haber un aumento en las emisiones CO2 a niveles récord una vez más porque algunas de las industrias se han detenido por completo y tendrán que recuperar el tiempo perdido.

Aunque hemos entrado en una etapa de coma, las emisiones permanecen en la atmósfera y los océanos durante siglos. Esto significa que el mundo está en riesgo por el cambio climático continuo, independientemente de cualquier caída temporal de las emisiones debido a la epidemia de coronavirus.

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La disminución prevista de las emisiones de carbono se refleja en la disminución de los niveles de contaminantes atmosféricos comunes de los escapes de los automóviles y la energía de los combustibles fósiles, que podemos ver claramente en las ciudades, ya que siempre habían tenido niveles de concentración muy altos.

Su vida útil es típicamente de días a semanas, por lo que el impacto se ve más rápidamente. Pero estos cambios en las emisiones de carbono no han tenido ningún impacto significativo en el clima hasta ahora.

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En los últimos 50 años se han observado signos físicos del cambio climático, y sus impactos aumentan la velocidad a un ritmo peligroso. A menos que el mundo pueda mitigar el cambio climático, la tendencia actual conducirá persistentemente a problemas de salud, especialmente el hambre y la incapacidad para alimentar a la creciente población del mundo. También habría un impacto masivo en la economía.

Hay lecciones valiosas que se pueden aprender de nuestra respuesta al brote de COVID-19 y se pueden aplicar a la emergencia climática, colocando la equidad en salud en el centro de todas las políticas y cambiando drásticamente la forma en que vivimos. Restablecer las ciudades ahora es una oportunidad única en la vida para echar un nuevo vistazo a sus calles y asegurarse de que estén preparadas para lograr los resultados que tendremos como nuevas metas.

Nota del editor: David Duque Anaya es Environmental Project Manager at Distribuidora Disur, S.A. de C.V. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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