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¿Quién no contamina?

Ante el COVID-19 hemos visto que si el ser humano deja de moverse el mundo colapsa, opina Ramses Pech.
mar 16 junio 2020 06:30 AM

(Expansión) – El ser humano y cada uno de nosotros somos hipócritas debido a que continuamos, continuaremos y seguiremos contaminando al planeta en función de cubrir nuestras propias necesidades para tener el confort que la tecnología en las últimas décadas ha ofrecido a lo que llamamos calidad de vida.

Dejar de contaminar significaría que todo el mundo parase a la industria, servicios, negocios, transporte y que la tecnología dejara de alimentarse de combustibles o electricidad. Esto daría como consecuencia un colapso financiero, retroceso y dejar de tener el confort. Me gustaría ver a alguien caminar de Tijuana a CDMX donde solo contamine por la combustión realizada por la respiración, utilizar troncos para mandar un email o hacer un muro en una cueva para que alguien nos dé un like.

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Ante el COVID-19 hemos visto que si el ser humano deja de moverse el mundo colapsa y al ver comprometido su estatus quo actual entra en un periodo de narcisismo, victimismo y negativismo al no tener lo que está acostumbrado a utilizar en su vida cotidiana.

Debemos entender que poder regresar hasta antes de la revolución industrial es ya imposible y lo único que debemos aplicar, como seres con razonamiento, son nuestros conocimientos para encontrar la forma de reducir la cantidad de contaminantes que cada día en nuestro confort necesitamos para tener una vida de calidad. Sería muy hipócrita y soez quien diga “yo no contamino”.

Debido a esta situación, el hombre ha creado tres fenómenos que hoy son de alta importancia para el futuro:

- Cambio Climático. Hace referencia a la alteración de la atmósfera que repercute en el cambio del clima.
- Efecto invernadero. Es un fenómeno natural que ocurre en la atmósfera de la tierra y modifica su temperatura.
- Calentamiento Global. Elevación de la temperatura media de la Tierra y del agua que la recubre.

México continúa pensando como siempre lo hemos hecho en la parte energética: realiza primero un contrato con cláusulas infinitas y después averigua si técnicamente es viable realizar. Un proyecto energético no depende de cuántas palabras se escriben en un contrato, ventaja de uno con el otro, si la agenda oculta de cada parte cumple las expectativas de cada una de las partes y/o cumple con todas las regulaciones, normatividades, lineamientos o requerimientos para que un contrato sea viable. Esto involucra a la inversión publica o privada, nadie es eximido de esta costumbre.

El verdadero motivo debería ser que cada proyecto se adapte al entorno donde pretende ser realizado bajo una primicia: si técnicamente puede ser realizado y altere all mínimo el medio ambiente, no solo en el lugar donde se desarrollará sino el producto que resulte del mismo, el cómo y el para qué se utilizará.

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En México todavía no se ha comprendido que la reforma energética no es una ideología, es una herramienta que alinea diferentes formas de cómo puede realizarse un proyecto en México, cuidando que técnicamente pueda ser realizado y que con esto la inversión pública pueda minimizar los riesgos ambientales, al dejar que otros puedan asumir o en conjunto en conformidad a lo suscrito para cada mercado.

El único inconveniente en México es que hemos creído cada palabra en ella, que es la base para realizar los contratos desde un punto de vista de llenar tramites o papeles, sin averiguar si en el país cuenta con el dinero de un presupuesto, la infraestructura, los sistemas de monitoreo o el seguimiento del por qué fue autorizado.

LEE: Greenpeace critica el “olvido” del medio ambiente del gobierno

Es decir, no hay un plan de largo plazo de lo que la nación necesita para poder crecer y saber en qué utilizar, para dañar en lo mínimo al medio ambiente. Los planes en México de cualquier índole son adaptados al ‘gerenciamiento’ de cada administración y no un guion del plan de nación. Cada uno hace lo que cree conveniente en un periodo de tiempo acotado.

Hoy la boga en México es demandar y emitir amparos, la pregunta es ¿qué harán para que disminuya la contaminación debido a que no ofrecen soluciones reales y la gente continúa usando lo que emana de la transformación de la energía? ¿Alguien ha demostrado que realmente lo que recopilamos de cada argumento del medio ambiente aplica en México o simplemente estamos realizando conjeturas de estudios que posiblemente al llevar a la práctica no funcionen al no dar los mismos datos y no tener las mismas condiciones iniciales comparado a donde fue realizado?

En México estamos haciendo autopsias ambientales cuando el hecho ya fue y solo aplicamos el remedio, pero ¿cuáles eran las condiciones hasta antes de que sucediera? El aire tenía la calidad requerida de nitrógeno y oxígeno, ¿cuántas partes por millón había de contaminantes?; el tamaño de las partículas de suspensión ¿de qué dimensión eran hasta antes del hecho ambiental? En cada caso podríamos tener el antes y poder comparar con el después, podría ayudar a mejorar la forma como cada proyecto puede ser realizado.

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Uno de los sectores que más emisiones netas de CO2 equivalente genera es la transformación de la energía y el sector transporte (utilizan combustibles). La pregunta es si dejaremos de contaminar para poder transformar la materia prima en energía o si dejaremos de movilizarnos por medio de combustibles fósiles para cada actividad del ser humano. ¿Cuál es tu respuesta?

Nota del editor: Ramses Pech es analista de la industria de energía y economía. Es socio de Caraiva y Asociados-León & Pech Architects. Síguelo en Twitter como @economiaoil . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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