La pandemia acelera la revolución 4.0 en las empresas
De aquí que las capacidades tecnológicas de un país u organización deben de entenderse como el proceso mediante el cual se puede hacer un uso efectivo del conocimiento tecnológico (la cual) no radica en el conocimiento que se posee, sino en el uso de dicho conocimiento y en la eficiencia de su aplicación en la producción, inversión y la innovación.
El desafío entonces es diseñar y propiciar un cambio tecnológico que obedezca a los imperativos de una economía que no dependa de un paradigma maquilador exportador trasnacional, sino a una política industrial y una política comercial que protejan a la planta productiva nacional y a los intereses del mercado interno, sin excluir la posibilidad de una mejor inserción de la economía mexicana en la economía mundial.
¿De donde podemos partir?
Ante el inequitativo reparto de la riqueza generada en el país, se debe impulsar a empresas a que desarrollen proyectos innovadores y una estructura productiva que demande y genere recursos humanos calificados e instituciones de formación e investigación de excelencia.
Ante el rezago en la cobertura de servicios básicos y los bajos niveles de alimentación que prevalecen en la mayoría de la población, es necesario impulsar la creación de capacidades tecnológicas, que permitan innovaciones el sistema agroalimentario del país, con un aumento de la productividad agrícola y la producción alimentaria sostenible.
Ante los elevados niveles de desempleo y subocupación, es necesaria la inversión en proyectos innovadores, que apoyen la articulación entre los agentes generadores de conocimiento y las empresas, para acelerar la vinculación de las soluciones tecnológicas con la sociedad y el mercado.
Ante la vigente concentración oligopólica en la propiedad de los medios de producción, la experiencia de países industrializados muestra que el énfasis en los recursos humanos y en la infraestructura para la investigación son determinantes fundamentales del desarrollo científico y tecnológico de los países y de los patrones de inserción en las cadenas globales de producción, con la consecuente eliminación de mercados oligopólicos.
Ante el aparato de producción poco integrado, ineficiente y altamente dependiente del exterior, se debe de impulsar claramente una relación entre especialización productiva y esfuerzo innovador, que asigne un peso mayor a los sectores intensivos en tecnología.
La generación de tecnología propia se relacionada fuertemente con la capacidad que tenga su sistema de CTI, para impulsar el desarrollo y llevar los productos de la investigación al mercado, haciéndolos comercialmente viables. El reto es impulsar que la investigación que se hace en México corresponda con las necesidades productivas de las empresas, pero sobre todo con la solución de los principales problemas sociales.
Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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