La investigación y el desarrollo tecnológico son dos elementos precursores de la innovación y que resultan de la creación y aplicación del conocimiento científico, hacia la atención de las necesidades específicas de la sociedad.
La independencia económica y sobre todo el bienestar de la población se debe apoyar en la generación de nuevos conocimientos que sean útiles para atender y resolver los problemas sociales, lo cual permitirá un mayor dinamismo de la economía y una mejor atención de los problemas nacionales.
Un comienzo puede ser generar competitividad en la arena internacional de bienes de capital basados en la imitación tecnológica, para luego establecer demandas propias de desarrollo tecnológico e innovación que la sociedad y el mercado exigen; se requiere una estrategia a largo plazo basada en las interacciones de políticas públicas para la educación, la industria y, sobre todo, la ciencia y la tecnología.
Naciones como Japón basaron su desarrollo en el uso de conocimiento científico y tecnológico vía la propiedad intelectual, en las últimas décadas su política científica y tecnológica se ha orientado a desarrollar leyes, normas, estrategias e iniciativas, enfocadas en el desarrollo de tecnología propia, por lo cual la adecuada gestión de los activos intangibles es una prioridad para el país.
Durante la época de recesión producto de las guerras, esta nación adoptó un proceso de importación de tecnologías extranjeras, mismas que fueron la base para el desarrollo de las empresas japonesas.
Japón en el Índice Global de Competitividad 2019, ocupó la posición 6 de 141, en capacidades para la innovación, se ubicó en la posición 7, las empresas japonesas diseñan y desarrollan productos y procesos de vanguardia para mantener una ventaja competitiva y avanzar hacia actividades aún más valiosas.
Los retos para impulsar el desarrollo económico y social para México aún son profundos, por ello la relevancia en el uso de la ciencia y la tecnología, para crear las soluciones que demanda nuestra sociedad.