Como bien dice “la pandemia nos trajo dolor y tristeza”. Es alarmante que México destaque por los estragos que este virus ha causado en su territorio: somos el tercer lugar mundial en el número total de muertes con más de 62,000, según Johns Hopkins.
Le pregunto con todo respeto, ¿se ha hecho todo lo que está en el poder de esta administración para evitar estas muertes? No noto en su gobierno un mensaje contundente y consistente respecto al uso de cubrebocas: una opción sencilla y costo-efectiva para evitar contagios según el reciente estudio de Goldman Sachs. Es de sabios cambiar de opinión con base en la evidencia, pero pareciera que el tema se ha politizado sacrificando el potencial de salvar vidas.
El domingo 23 de agosto, en su mensaje dominical dijo que su principal preocupación al inicio de la pandemia era que se saturaran los hospitales. Y por lo que se aprecia en las gráficas que mostró, eso no ha ocurrido en el promedio nacional. A la fecha, la disponibilidad de camas hospitalarias generales y de cuidados intensivos supera el 60%. No obstante, poco ha mencionado sobre las estrategias para mejorar la calidad de la atención.
No tenemos indicadores confiables de calidad de servicios de salud, pero lo que hay disponible es decepcionante. El jueves 26 de agosto escribió Leo Zuckermann que “mientras que en el Hospital ABC, uno de los mejores nosocomios privados del país, se moría el siete por ciento de los intubados, en el IMSS este porcentaje era de más del 50%”. Esto seguramente se debe a múltiples factores, desde el estado en que se reciben a los pacientes hasta los diferentes tratamientos y equipos que se usan. Sin embargo, deja en claro el tipo de brechas que hay en México y no se han cerrado.
La pandemia también ha tenido efectos económicos que sentimos todos en mayor o menor medida, y no vamos bien. A pesar de la estabilidad del peso que lo enorgullece, el Banco de México espera que el PIB cierre este año con una caída de hasta (-)12.8%. Más allá de ideologías, ese “tecnicismo” representa millones de mujeres y hombres que han perdido su empleo, miles de micro y pequeñas empresas quebradas que dejaron sin sustento a sus integrantes, familias que han dejado de consumir lo básico. Muchos de ellos podrían ser parte de sus votantes. El efecto es tal que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estimó en mayo que la pandemia podría derivar en 10.7 millones de personas en pobreza extrema adicionales.