Este hecho fue mencionado por el presidente López Obrador en su segundo informe de gobierno como factor de mitigación del impacto de la crisis económica sobre el ingreso de las familias mexicanas.
Aunque los pronósticos para las remesas al inicio de la pandemia estimaban una caída en los montos a raíz de la profunda contracción en la producción provocada por las medidas de confinamiento y el paro de las cadenas productivas, a lo largo de los últimos meses las remesas han tenido una tendencia al alza.
En marzo de 2020 éstas alcanzaron un máximo histórico, cuando entraron al país 4,045 millones de dólares en un solo mes. Además, la cifra de remesas registrada en julio es la más alta para ese mes desde que Banxico lleva el registro (1995).
Para comprender el comportamiento sorpresivo de las remesas, es importante recordar que su crecimiento (o su caída) depende del desempeño económico del país donde residen los migrantes que las envían; en el caso de México, el origen principal de las remesas es Estados Unidos.
En ese sentido, aunque la economía estadounidense se contrajo (-)31.7% anualizado durante el segundo trimestre del año, la transferencia de recursos hecha por el gobierno a sus ciudadanos por un monto de hasta 1,200 dólares (equivalente a alrededor de 26,000 pesos mexicanos), proporcionó recursos adicionales a buena parte de la población estadounidense.
El sector económico en el que trabajan quienes hacen el envío de las remesas también es un factor relevante. Aunque ha habido una pérdida fuerte de empleos a raíz de la pandemia, algunos sectores considerados esenciales por Estados Unidos no se han visto tan afectados, e incluso han tenido incrementos. En esta lista se incluyen las actividades agrícolas y de producción de alimentos, los oficios críticos como electricistas, plomería y construcción, y las actividades de transporte.