La incertidumbre sustituyó la cotidianidad de un sistema que nos está obligando a avanzar y a descubrir un panorama que muchas veces había sido obstruido por el desconocimiento o por la resistencia al cambio.
Sin duda, el teletrabajo se ha llevado las palmas en esta nueva normalidad, y es que sobre la marcha algunos se habrán dado cuenta de que la comunicación remota no solo reduce costos para el empleador, sino que el colaborador lo puede percibir como una prestación adicional y que, además, contribuye con una necesaria reducción de la movilidad urbana. En resumen, todos ganamos.
El reto surge cuando nos toca replantear los vínculos laborales, por lo que hay que implementar tácticas adicionales que sigan manteniendo una sana relación entre colaboradores a partir de una revaloración del capital humano y el replanteamiento de una estructura laboral donde la seguridad y la motivación (en medio de un panorama abrumador), sean la base de un salario emocional que siga impulsando la productividad.
Esta necesidad de cambiar llegó previa a la pandemia, pero se potenció al surgir ésta, donde la tecnología ha fungido como una gran aliada en todos los ámbitos y que en estos días hemos visto cómo ha derrumbado creencias rígidas que están siendo reemplazadas por la flexibilidad y la negociación, que al final conducen a un compromiso común.
Además, se han podido explotar mecanismos como la digitalización, la sustitución de pagos en efectivo y la reconfiguración de espacios como nuevos modelos de trabajo, y que a muchas industrias les han favorecido, pero ¿será que desde antes estas acciones podían haber sido implementadas? Esto nos llama a buscar oportunidades, incluso sin pandemia de por medio.
La tercerización, por su parte, es un recurso que ha contribuido a mantener la tranquilidad tanto de empleados como de empleadores al gestionar de manera más adecuada y puntual las garantías otorgadas a ambas partes, dando oportunidad a las empresas de concentrarse en mejorar sus estrategias mientras que alguien más les respalda administrando su capital humano.
Estos meses hemos reforzado capacidades como la adaptación y la resiliencia, las cuales seguramente los reclutadores privilegiarán ahora más que nunca. Las empresas tendrán la oportunidad de aprender a organizarse mejor y los empleadores a detectar habilidades que se adapten a un nuevo entorno. Adaptarse o morir, dicta la naturaleza.