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¿El dinero es un medio o es un fin del crecimiento económico?

La banca está en el ojo del huracán derivado de su posicionamiento sobre la pandemia y a los riesgos que enfrenta con su cartera de créditos, y el no sacrificio de utilidades, opina Iván Franco.
jue 01 octubre 2020 09:00 PM

(Expansión) – Los analistas pugnan insistentemente por un rescate por parte del gobierno para la economía mexicana.

Se menciona frecuentemente el uso de políticas contra cíclicas utilizando el sesgo keynesiano para estimular a la demanda agregada.

Esto lo sostienen a pesar de contar con un gobierno ahogado en la frágil estructura de sus ingresos y en los candados que tiene para poder expandir su gasto a través del endeudamiento.

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Por ello, la suposición de un gobierno usando estímulos fiscales “a la gringa” para salvar a una economía con las características presupuestales de la mexicana tiene poco fundamento.

No es que no sea una tarea del Estado ser el salvavidas económico, sino que, es poco probable por la estructura tan rígida del gasto público.

Ya que hablamos de dinero, es más oportuno señalar las razones que dan origen a este jaque mate económico. Porque, si no hay dinero, no hay inversión, y si no hay inversión, no hay crecimiento.

Lo explico a continuación y tiene que ver con la disponibilidad de fondos en la economía mexicana.

México es una economía poco bancarizada

Está ampliamente documentado que existe una relación positiva entre el crecimiento económico (o el ingreso por persona) y el dinero disponible de una economía, sea cualquier agregado monetario.

De acuerdo con el Banco Mundial, el cociente de monetización (liquidez) de México con respecto a su PIB es apenas 39%; Estados Unidos tiene un 93% de coeficiente de liquidez; Brasil 98%, y China, 197%. México comparte la tabla de baja monetización con los países más pobres del mundo. No obstante, la economía mexicana medida por su PIB está muy lejos de ser pobre.

Dentro de esta métrica de liquidez se encuentra la que pertenece a la banca. Es decir, los depósitos bancarios del público, por el lado de los pasivos, contra los préstamos, por el lado de los activos. El nivel de bancarización o de dinero que tienen los bancos y que prestan es sensiblemente bajo en el país.

Por otro lado, es clave señalar que existe una relación positiva –y de cierta magnitud– entre los depósitos bancarios y el crecimiento económico a nivel global.

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En México, la proporción de depósitos bancarios a PIB es de solo 31%. En Chile, por ejemplo, es 51%. En España, 97%, y en Brasil, 62%.

En otras palabras, el sistema bancario mexicano es pequeño.

Una baja tasa de dinero (depósitos o cualquier agregado monetario) a PIB implica, entre otras cosas, un bajo desarrollo del sistema financiero local. Y más aún, una alta productividad del dinero- crédito en términos del producto. Es decir, puede esperarse que cada peso prestado conlleve efectos positivos y crecientes en la economía. Aquí está la trampa del modelo de crecimiento mexicano. El crédito está muy rivalizado y es escaso.

Si hay un bajo desarrollo del crédito, simplemente, la disponibilidad de recursos y de fondos prestables es limitada. Por lo que, las transacciones de la economía deben depender del circulante en existencia y de una mayor competencia en el poco crédito disponible.

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Cuando se piensa en los modelos de crecimiento anclados en la inversión, no se han puesto a pensar las grandes brechas que hay entre la disponibilidad de recursos entre países.

El país no cuenta con los recursos monetarios requeridos del sistema crediticio. Y eso, que nuestro país es una economía satélite de Estados Unidos. Cuando hay una economía principal y una satélite, no solo los fundamentales macroeconómicos, sino también las variables financieras deben de ser cuando menos congruentes. Tenemos el ejemplo de China y Hong Kong, donde la segunda es una economía anexa a la primera, y ambas juegan como tal en el ámbito financiero.

México requiere una reforma financiera

La banca se encuentra hoy en el ojo del huracán derivado de su posicionamiento en torno a la pandemia y a los riesgos que enfrenta con su cartera de créditos, y el no sacrificio de sus utilidades.

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El negocio de la banca es eso, un negocio. Sin embargo, su misión es más importante que la de cualquier Estado y gobierno. Su privilegio monopólico de creación de dinero en la economía es un bien público.

No se puede soslayar su influencia y simplemente dejar pasar la oportunidad de potenciar al sistema financiero mexicano.

En general, necesitamos una reforma a todo el sistema financiero que esté enfocada en monetizar a la economía, incrementar el stock de fondos prestables e incentivar el crecimiento económico a través del dinero. En este rubro hay mucho que hacer para desarrollar a los mercados de dinero y de valores del país.

Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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