Por ello, la suposición de un gobierno usando estímulos fiscales “a la gringa” para salvar a una economía con las características presupuestales de la mexicana tiene poco fundamento.
No es que no sea una tarea del Estado ser el salvavidas económico, sino que, es poco probable por la estructura tan rígida del gasto público.
Ya que hablamos de dinero, es más oportuno señalar las razones que dan origen a este jaque mate económico. Porque, si no hay dinero, no hay inversión, y si no hay inversión, no hay crecimiento.
Lo explico a continuación y tiene que ver con la disponibilidad de fondos en la economía mexicana.
México es una economía poco bancarizada
Está ampliamente documentado que existe una relación positiva entre el crecimiento económico (o el ingreso por persona) y el dinero disponible de una economía, sea cualquier agregado monetario.
De acuerdo con el Banco Mundial, el cociente de monetización (liquidez) de México con respecto a su PIB es apenas 39%; Estados Unidos tiene un 93% de coeficiente de liquidez; Brasil 98%, y China, 197%. México comparte la tabla de baja monetización con los países más pobres del mundo. No obstante, la economía mexicana medida por su PIB está muy lejos de ser pobre.
Dentro de esta métrica de liquidez se encuentra la que pertenece a la banca. Es decir, los depósitos bancarios del público, por el lado de los pasivos, contra los préstamos, por el lado de los activos. El nivel de bancarización o de dinero que tienen los bancos y que prestan es sensiblemente bajo en el país.
Por otro lado, es clave señalar que existe una relación positiva –y de cierta magnitud– entre los depósitos bancarios y el crecimiento económico a nivel global.