La idea central del libro es que el motivo del atraso del tercer mundo es porque en sus sistemas legales no se definen adecuadamente los derechos de propiedad. Por tanto, sus activos no se convierten en capital, es decir, en instrumentos de crédito, con los cuales se puedan sostener los negocios.
Los países subdesarrollados enfrentamos un conflicto que ha frenado el desarrollo sustentado y constante. La seguridad en la tenencia de la tierra, las casas de los pobres están construidas sobre lotes con derechos de propiedad inadecuadamente definidos, sus empresas no están constituidas con obligaciones claras y sus industrias se ocultan donde los financistas e inversionistas no pueden verlas.
Sin derechos adecuadamente documentados, estas posesiones resultan activos fuera de los estrechos círculos sociales locales donde la gente se tiene confianza mutua, no sirven como garantía para un préstamo ni como participación en una inversión.
Todavía en este siglo XXI existe la “eterna discusión” sobre la necesidad de confrontar el fenómeno de informalidad e ilegalidad con políticas de legalización de asentamientos informales y otras actividades económicas extralegales. Este debate ha estado a cargo de un número creciente de planificadores y legisladores desde la década de 1970.
En países como México, Perú, Filipinas, Rusia entre otros, más del 50% de las casas e inmuebles no tienen escrituras. El problema de la falta de escrituras o títulos de propiedad es que las personas que quieren comenzar algún negocio no pueden hipotecar su casa para obtener capital.
El libro va más allá y declara que el derecho a la propiedad es tal y como está explícito en el subtítulo del libro, la razón por la cual el capitalismo triunfa en el occidente y fracasa en el resto del mundo.