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El último debate Trump-Biden: una fotografía de la contienda

Más allá de definir el arribo a la meta, enmarcó una fotografía vívida de la contienda y de la polarización política que atraviesa Estados Unidos, opina Antonio Michel.
vie 23 octubre 2020 11:58 PM
Nueva discusión
Los dos candidatos intercambiaron acusaciones sobre recibir dinero de entidades extranjeras.

(Expansión) – Una carrera muy cerrada requiere de una imagen para analizar detalladamente quién llegó primero a la meta. No mide el desempeño previo, sólo plasma el último momento. En una contienda electoral, el último debate podría ser un parámetro similar: el padrón electoral tiene un vistazo al bagaje, la planilla y el plan de campaña de las candidaturas, días antes de la elección.

Sin embargo, en un año donde lo esperado es la incertidumbre, el último debate de las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, más allá de definir el arribo a la meta, enmarcó una fotografía vívida de la contienda y de la polarización política que atraviesa ese país.

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El primer debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos fue calificado por algunos medios como el peor de la historia reciente. Hubo acusaciones falsas, interrupciones constantes, insultos y una ausencia de sustancia.

El segundo encuentro debía llevarse a cabo el 15 de octubre, pero Donald Trump decidió no asistir a causa del formato virtual propuesto por la Comisión de Debates. Por lo tanto, la mira de los medios de comunicación, los analistas y el público en general se colocó sobre el tercero y último. ¿A caso los candidatos finalmente expondrán sus posicionamientos respecto de temas importantes para los votantes? ¿habrá cordialidad entre ellos? ¿se definirá la trayectoria de las elecciones? Al concluir, llegaron las respuestas.

Fue un evento mucho más cordial – en parte, gracias a la nueva modalidad que permitió silenciar los micrófonos – que finalmente dio pie a un intercambio de argumentos y mostró, con mayor claridad, el cauce que cada uno de ellos llevará, en caso de ser electo, respecto de temas delicados como COVID-19, seguridad nacional, racismo y el bienestar de las familias estadounidenses. No se esclareció el desenlace de la contienda, pero marcó la pauta de sus narrativas y estrategias.

Desde el primer tema, los candidatos divergieron notoriamente. Trump afirmó, contrario a la evidencia, que la pandemia desaparece poco a poco. Se refirió a su experiencia con la enfermedad para aminorar sus efectos y aplaudir la tecnología médica que tiene Estados Unidos para combatir el coronavirus, misma que es inaccesible para casi toda la población. Celebró el manejo de la crisis por su gabinete y destacó la tendencia a la baja, a pesar de que los números muestren lo opuesto.

Por su parte, Joe Biden señaló la urgencia de una injerencia federal más fuerte para contrarrestar el “invierno obscuro” que se aproxima en términos de salud pública. También afirmó que los estados con alzas más preocupantes en casos con COVID-19 tenían administraciones o tendencias republicanas. Hizo alusión al buen control de la ciudad de Nueva York, mientras que Trump alegó que se convirtió en una ciudad fantasma y criticó las medidas de contingencia.

En algún momento de esta sección la ironía se infiltró en la sala, cuando Trump finalmente aceptó su responsabilidad sobre la crisis de salud y en seguida culpó a China por traer el virus.

El resto de los temas tuvo un desempeño similar. Respecto de seguridad nacional, Biden se refirió a las supuestas intervenciones de Rusia e Irán en las elecciones, mientras que Trump evadió la pregunta y se dedicó a atacar a su oponente por recibir 3.5 millones de dólares de Rusia. De nuevo, sin un fundamento claro y a pesar de que, durante el juicio político de enero los testimonios apuntaron a que esas aseveraciones son falsas.

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En cuanto a China, Trump se jactó de conducir la relación bilateral de forma exitosa y de obligar a Beijing a pagar a los agricultores; Biden reviró con la guerra comercial que ha propiciado entre los dos países y el impacto que ésta ha tenido en los sectores afectados.

La salud pública y el cambio climático desataron controversias por igual. Trump se mostró enérgico en acabar con el Affordable Care Act, mientras que Biden lo defendió fervientemente, aclarando que todos los estadounidenses deberían tener derecho a servicios de salud accesibles.

En cuanto a cambio climático, la discordia entre un presidente que celebró los logros de su país en medio ambiente, a pesar de salirse del Acuerdo de París y padecer desastres en algunas partes del país. Acusó a Biden falsamente por apoyar el Green New Deal, mientras que Biden aclaró que optará por una transición de combustibles fósiles hacia una economía más verde.

No hubo sorpresas en los posicionamientos sobre seguridad nacional, cambio climático y salud. Sin embargo, las discrepancias fueron más estruendosas en los temas sociales. Biden no vaciló en atacar a Trump por sus políticas migratorias y la separación de familias que, a la fecha, ha dejado a 545 niños migrantes cuyos padres no aparecen.

El presidente actual justificó sus acciones al punto de decir que “llegaban al país las personas con el coeficiente intelectual más bajo”. Después de ese comentario, en la sección de raza se atrevió a reiterar, frente a una moderadora afroamericana, que él era la persona menos racista en ese foro y el presidente que más había hecho por la población afrodescendiente.

Biden lo contradijo al afirmar que es el presidente más racista e hizo alusión a las declaraciones que ha hecho y a los grupos extremistas que lo apoyan, como los Proud Boys. Con acusaciones falsas condenó a Biden por comentarios que nunca hizo y por sus reformas al sistema de justicia penal, mientras que el demócrata aseguró que el racismo es institucional.

Los discursos de cierre fueron un símil del debate y de la contienda. Trump no propuso una agenda, sólo se defendió sobre algunos temas y atacó a su contrincante. Biden ofreció una conclusión más tradicional en torno a un gobierno que debe procurar la unidad y la conciliación.

El debate enmarcó el final de la carrera presidencial, a 12 días de la elección. Un candidato que, a pesar de llevar cuatro años en el poder, conserva un discurso agresivo que culpa a sus antecesores por cualquier falla; y el otro cuya propuesta central es ofrecer un gobierno distinto al actual.

Una fotografía que, a diferencia de las otras carreras, no muestra necesariamente al ganador aún, sino el camino que han recorrido hasta llegar a este punto. Biden va a la delantera, pero aún quedan unos cuantos pasos en la recta final, ante un público que, como el debate, se encuentra polarizado, en espera de decidir si las diferencias se exacerban o se concilian.

Nota del editor: Antonio Michel estudió Relaciones Internacionales en el ITAM, donde es profesor, y tiene una Maestría en Administración Pública por la Universidad de Maxwell. Trabajó casi 7 años en la Administración Pública Federal, en las secretarías de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social, Energía y Gobernación. Su pasión son los asuntos internacionales, los asuntos políticos y la administración pública. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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