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AMLO y su “chanclazo” energético: “si se portan mal, les cambio la Constitución”

Si el presidente va a lanzar una reforma Constitucional, y no un chanclazo, ya la queremos ver, tan solo para imaginar a qué se atiene el país con semejante arrojo, apunta Miriam Grunstein.
mar 27 octubre 2020 11:59 PM

(Expansión) – Durante las últimas semanas ha sucedido algo inusual: una advertencia de cambio normativo como castigo. Se supone que iniciativas de reformas legales son para beneficiar a la sociedad , que no para reprender a quienes enfadan al presidente. Pero él, o amenaza a funcionarios para hacerlos cumplir su voluntad o para reprochar una decisión tomada en su contra.

El memorándum –cosa rarísima—fue emitido acompañado de este caveat. De no ser favorecidos Pemex y CFE por La CHN y la CRE, por la sola orden del presidente, éste mismo cambiará la ley para que no quede salida de que así sea. En otras palabras, la advertencia quedó así “o me obedecen a mí o cambio las leyes para que se atengan a ellas.”

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Muy extraña percepción del Derecho la del presidente pues plantea la dicotomía entre someterse a él: y de no ser así, obedecer la ley. Es como si ÉL fuera la norma máxima (no escrita) y lo demás (Constitución, leyes, reglamentos, etc.) fuera una suerte de texto auxiliar para poner su voluntad en blanco y negro. Eso recuerda mucho al dicho tan citado de Luis XIV, solo que con alguna variante: “La Ley Soy Yo, y si no te queda claro, te lo pongo por escrito.” Así, el presidente puede prescribir toda suerte de cosas (algunas ilegales) porque puede cambiar la ley para que él y ésta coincidan a la letra.

Este tipo de pataletas (infantiles, pero no menos peligrosas) demuestran la ceguera de poder que tiene Andrés Manuel. Por ahora, su partido tiene la mayoría calificada y la simple del Congreso y las legislaturas locales para llevar un cambio constitucional pero se trata de algo circunstancial, no estructural.

Por otra parte, si tanto quiere cambiar la Constitución en el campo de la energía, ya hay una iniciativa de un Diputado Daniel Gutiérrez Gutiérrez en la que pretende retornar a la redacción de la Constitución tal y como estaba antes de la reforma. Sin embargo, el presidente ni ha avalado ni ha negado su apoyo a esta iniciativa, lo cual es llamativo si se considera su perfil autoritario. ¿Es esta iniciativa otro “sustito” para que nos portemos bien? ¿O es el anuncio de que ahí viene el chanclazo energético si nos portamos peor?

Si el presidente va a lanzar una reforma Constitucional, y no un chanclazo, ya la queremos ver, tan solo para imaginar a qué se atiene el país con semejante arrojo. Porque si acaso tendrá un impacto aquí, más irritará las pieles y los nervios de la comunidad empresarial y financiera global.

Si se concreta la advertencia de una reforma, que afecte los derechos e intereses de la inversión, un simple chanclazo a la mexicana podría ser retribuido con arbitrajes comerciales y de inversión, degradación de la calificación crediticia de México, ruptura de relaciones comerciales y cuántas sanciones más derivadas del incumplimiento de decenas de Tratados Bilaterales e Internacionales de Inversión que nuestro país alegremente ha firmado con más de medio mundo.

En el ámbito interno también habrá dolor pues una cosa es arrastrar la pluma con frases ampulosas sobre el rescate de nuestra soberanía y seguridad energéticas y otra mucho más compleja es crear reglas e instituciones para crear modelos viables de industria. Y eso no se hace ni con saliva, ni con megalomanía, ni con el dedito flamígero del papá que está enojado.

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Esa labor requiere del esfuerzo de constructores expertos de políticas públicas, que sepan de arquitectura institucional, condiciones económicas y financieras, mercados, desarrollo tecnológico, impactos socio ambientales, y decenas de temas más y sus ramificaciones. Hasta el momento, muchas de las reformas que conocemos, por la premura de sacar algo, se han hecho sin esas reflexiones y sobre las rodillas. Por eso no se sostienen bien o son de plano efímeras.

Por el bien del país, y de la salud anímica y mental del presidente, le extendemos un sincero y respetuoso exhorto de dejar la Constitución y las leyes como están. Hay mucha holgura ahí para fortalecer la dominancia de Pemex y CFE; y, por otra parte, no hay necesidad de lanzar como paracaidistas a los inversionistas, quienes solitos, y poco a poco, pondrán pies en polvorosa cuando tengan certeza de que en México ya no se puede confiar ni invertir. Y de eso estamos cerca.

Nota del editor: Miriam Grunstein es profesora e investigadora de la Universidad ORT México y es académica asociada al Centro México de Rice University. También ha sido profesora externa del Centro de Investigación y Docencia Económicas y coordinadora del programa de Capacitación al Gobierno Federal en materia de Hidrocarburos que imparte la Universidad de Texas en Austin. Hoy es socia fundadora de Brilliant Energy Consulting y dirige el blog Energeeks. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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