Por tanto, es probable que muchos directivos y empleadores se pregunten: ¿por qué si los salarios en la empresa son competitivos y contamos con un departamento de Recursos Humanos estructurado, no conseguimos los resultados esperados?
Pues bien, seguramente la asignatura pendientes radica en prestar mayor atención a la relación entre quienes detentan posiciones de liderazgo y el personal de trabajo, así como en llevar a cabo una evaluación del clima laboral dentro de la institución.
Aquí es cuando entra en escena un elemento que es capaz de cambiar la ecuación por completo; la motivación es la llave maestra para lograr que un colaborador dé incluso más del cien por ciento; cuando un equipo de trabajo se halla motivado, la dinámica laboral mejora sustancialmente y las metas se tornan asequibles.
Con frecuencia se dice que la motivación es una cuestión interna de cada persona; que uno tiene la obligación de llegar motivado a la oficina o al sitio de trabajo. Esta perspectiva resulta inexacta, pues en gran medida, el entusiasmo y la convicción dependen también de factores del contexto laboral.
Entonces, si el entorno en el que se desempeña profesionalmente un trabajador no resulta estimulante, difícilmente se alcanzará potenciar el talento del mismo; con certeza, ello constituye una enorme pérdida para las empresas.
Cabe resaltar que la tarea de motivar a los colaboradores de una corporación no se limita a cubrir el aspecto económico; desde luego que percibir un sueldo atractivo es estimulante, no obstante, hay otras variables que los trabajadores toman en cuenta igualmente para determinar su nivel de satisfacción como miembros de una institución.
El dinero es importante, pero no lo es todo; las nuevas generaciones de profesionistas consideran también otros factores y los toman muy en serio.