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¡Urge invertir en niñas, niños y jóvenes!

El gobierno tiene que repensar sus prioridades, pero también es tarea de empresarios y ciudadanos. Nadie debe evadir esta responsabilidad, opina Jonathán Torres.
mar 17 noviembre 2020 11:57 PM

(Expansión) – El futuro, encarnado en lo que más amamos, corre muchos peligros y, si no actuamos ya, lo estamos condenando a la pobreza, la mala educación, la violencia y la enfermedad. Sus condiciones no eran del todo favorables antes de que el COVID-19 tuviera lugar; ahora, son peores. Niñas, niños y jóvenes son víctimas de otras pandemias y, con todo y que las tenemos diagnosticadas, no estamos materializando las estrategias para evitar un funesto desenlace.

La situación es preocupante pues la toma de decisiones alrededor de políticas públicas orientadas a niñas, niños y jóvenes está poniendo en duda la promoción de un desarrollo sostenible y equitativo y eso, consecuentemente, nos obliga a cuestionarnos sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo para el futuro y lo que estamos dejando de hacer.

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De acuerdo con UNICEF, el Anexo Transversal de Recursos para la Atención de Niñas, Niños y Adolescentes funge como guía para conocer el total de recursos que se destinarán para la atención de la infancia y la adolescencia. Para 2021, se etiquetan 791,632 millones de pesos, lo que representa un incremento mínimo de 0.2% respecto a 2020. En términos prácticos, habrá un presupuesto bastante reducido para Primera Infancia y servicios para menores de cinco años como el tamizaje que permite la identificación y gestión eficaces de discapacidades.

La frialdad de las cifras demuestra la frialdad de los tomadores de decisión que dará paso a que 1.5 millones de niñas, niños y jóvenes no reciban alimentación escolar por el recorte del 100% del Programa de Escuelas de Tiempo Completo, una ausencia total de recursos para programas orientados a corregir las brechas de acceso y uso tecnológico de la población estudiantil, una reducción de 19% en el Programa de Salud Materna y Reproductiva.

También, la alerta se enciende ante las condiciones presupuestarias para la protección y restitución de los derechos de niñas, niños y jóvenes, lo que los coloca en una absoluta indefensión.

De acuerdo con el análisis de estudiosos en la materia, el Presidente Andrés Manuel López Obrador se muestra sensible ante las poblaciones en desventaja pero no hace explícita la prioridad hacia niñas, niños y jóvenes. Así, las secretarías de Gobernación, Educación, Salud, Bienestar, trabajan en ciertos programas y cuentan con funcionarios conscientes de las problemáticas que padecen estos grupos etarios, pero hace falta contundencia en la implementación de las políticas públicas y así todo se descompone.

La descomposición es más profunda ahora en estos tiempos aciagos de pandemia. Y los ingredientes para ello están frente a nuestros ojos. El confinamiento está impactando en la nutrición de estos grupos, que hoy consumen productos con altos niveles calóricos. El encierro también está deteriorando su salud mental. El rezago académico es brutal. La violencia que sufren en casa o fuera de ella está provocando reales cuentos de terror.

Sí, el dinero está escaso, las prioridades son muchas, la vulnerabilidad está en todas partes, pero valdría la pena considerar que nuestra costumbre de mirar al corto plazo no nos ha generado los dividendos que hemos pretendido. Apostar por el largo plazo, aún en tiempos turbulentos, puede traernos otros resultados. Las generaciones que vienen atrás lo agradecerían mucho y la historia que se escribiría sería una gran recompensa.

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La educación de los niños en el mundo está amenazada por el COVID-19, según el Banco Mundial

Por ejemplo, un estudio citado por UNICEF sostiene que los niños de familias pobres que recibieron estímulos de calidad a una edad temprana acabaron ganando un 25% más, como adultos, que aquellos niños que no se beneficiaron de dichas intervenciones. Los niños que no reciben una nutrición adecuada corren el riesgo de sufrir deficiencias en su desarrollo cognitivo y físico. La violencia y las experiencias traumáticas limitan la conectividad neuronal en los cerebros en desarrollo.

“Las ventajas financieras de invertir en la primera infancia de los niños son importantes. La tasa de rentabilidad que supone la inversión en programas en la primera infancia puede llegar a 13.7%. Las ventajas se reflejan en la mejora de resultados de salud y educación, en tasas de delincuencia más bajas y en el incremento de los ingresos individuales”, consigna UNICEF.

Ningún sistema educativo del mundo estaba preparado para una pandemia de este calibre. Según Rafael de Hoyos, quien fuera Economista Principal de la Unidad de Educación para América Latina y El Caribe, del Banco Mundial, se viene una crisis de aprendizajes y un efecto negativo sobre las tasas de crecimiento económico y desarrollo social de largo plazo.

No invertir en niñas, niños y jóvenes nos condenará a una economía frágil, con flacos grados de productividad, prosperidad, y una creciente carga financiera en los sistemas de salud. Sin dejar de lado los mejores atributos de las sociedades modernas. El gobierno tiene que repensar sus prioridades, pero también es tarea de empresarios y ciudadanos. Nadie debe evadir esta responsabilidad.

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¿Alguien sabe dónde está el DIF?

Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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