Una frase pronunciada en primera persona de plural implica que son varios –o muchos- quienes están de acuerdo con lo que se expresa y que de manera solidaria asumen la responsabilidad y/o las consecuencias de eso que se dice. Varios o muchos que supuestamente están de acuerdo con la forma de pensar, hablar y actuar de quien se expresa, lo que le da a éste cierta seguridad y protección. Si se cometen errores o no se alcanzan los logros propuestos, la culpa es de todos, no de uno solo.
Quizá por eso la mayoría de los líderes y políticos –igual que muchos artistas y deportistas- hablan en primera persona de plural; inconscientemente, al incluir a otros -que no son citados en el discurso- implícitamente comparten su responsabilidad especialmente ante los fracasos; se excusan en una masa anónima y aparentan un vínculo inexistente, todo lo cual les facilita fortalecer su demagogia.
Cuando el presidente tomó posesión de su encargo lo hizo en primera persona de singular: “Prometo guardar y hacer guardar…. Y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande”. El presidente es entonces el único responsable de lo que se haga o deje de hacer y las decisiones, aun cuando sean consultadas con asesores y miembros de su equipo de trabajo, son personales y deberían expresarse en primera persona de singular. Con ello hace patente su responsabilidad.
Pero hablar en primera persona de plural es una forma de diluir la responsabilidad. ¿Quiénes y cuántos son los otros que resultan involucrados? ¿Participan de manera consciente? ¿Los otros son internos, externos o familiares? Podría asumirse que al expresar “teníamos que tomar una decisión” fueron varias personas las que analizaron una situación, valoraron sus pros y contras y coincidieron en la decisión. Sin embargo no queda claro para quien escucha cuántos compartieron y asumieron la responsabilidad por la decisión.
OPINIÓN: Aprender de las crisis
El actual presidente de México todas las mañanas habla en plural mayestático para mostrar su poder y acreditar su propia responsabilidad a seres anónimos. Continuamente expresa que todo lo malo que sucede en su gestión gubernamental es responsabilidad de “nuestros adversarios” y así atribuye los males presentes y los pocos resultados a otros para no asumir la responsabilidad a título personal.